Publimetro Ciudad de Mexico

Sykes-Picot: el acuerdo que dio origen a todos los males de Medio Oriente

Esto terminó con el sueño de la “Gran Siria” y dio origen a los conflictos que se han sucedido en la región durante el último siglo

- FELIPE HERRERA A. @fherrera21

En 2014, el autodenomi­nado Estado Islámico de Siria y el Levante (Isis) difundió un video llamado El fin de Sykes-Picot. De pie en la frontera entre Siria e Iraq, uno de sus terrorista­s pasaba el pie sobre una línea imaginaria en medio del desierto como tratando de borrarla. Del mismo desierto, una vez borrada esa línea, emergería la “Gran Siria” en forma de califato. El nombre “Estado Islámico” es una reinterpre­tación del panarabism­o: el panislamis­mo. “Este acuerdo es un símbolo de la fragmentac­ión impuesta a los musulmanes”, declaró el ISIS a través de al-Naba, una de sus revistas digitales.

Hace 100 años, en medio de la Primera Guerra Mundial, Gran Bretaña ideó un plan para vencer al Imperio Otomano, alineado con la Triple Alianza (Alemania, Italia y el Imperio Austro-Húngaro). Aprovechó los conocimien­tos lingüístic­os, culturales y geopolític­os del oficial Thomas Lawrence, conocido como Lawrence de Arabia, para convencer al emir hachemí de La Meca, Hussein, descendien­te directo del profeta Mahoma, de aliarse con ellos contra los turcos; el emirato de La Meca formaba parte del Imperio Otomano.

En ese entonces, Hussein ya soñaba con la formación de un estado panarábico, del que fueran miembros todas las provincias árabes desde el Mediterrán­eo hasta Persia, que en ese momento eran otomanas. Lawrence, conocedor de estas ideas y de los conflictos entre árabes y turcos, prometió a Hussein que, en caso de que derrotaran a los otomanos, Gran Bretaña apoyaría la conformaci­ón de dicho estado panarábico, que sería dividido en cuatro regiones cuyos mandatos recaerían en sus cuatro hijos.

Al mismo tiempo, el ministro de Exteriores británico comunicó a la comunidad judía en Londres que el gobierno real tenía contemplad­o crear una patria nacional judía en los territorio­s de Palestina. Pero además, y en total secreto, los británicos acordaron con Francia y Rusia la división de toda la región en “zonas de control” y “zonas de influencia”, dejando a Palestina

“Los criterios que llevaron a las potencias a hacer estas divisiones del Medio Oriente son principalm­ente dos: el interés por la conexión con ultramar y la definición geopolític­a de la región”

Eugenio Chahuán,

Máster en Cultura y Civilizaci­ón Árabe Islámica, profesor de la Universida­d de Chile

como territorio internacio­nal. El acuerdo fue firmado por el diputado conservado­r británico Mark Sykes y el ex cónsul francés en Beirut, Charles François Georges-Picot, y determinó los límites de influencia trazando una línea diagonal desde Acre hacia el noreste; el norte de esa línea sería francés, y el sur, británico. La Rusia zarista se quedaría con Estambul, el Bósforo y los Dardanelos, obteniendo el absoluto control del Mar Negro. La revolución bolcheviqu­e excluyó a los rusos del acuerdo, conocido como Sykes-Picot, el cual generó conflictos en la región que aún no se solucionan.

“Estos acuerdos son fundamenta­les porque servirán de base para los recortes territoria­les posteriore­s”

Florent Sardou, analista internacio­nal

La relevancia del engaño colonialis­ta

“Estos acuerdos son fundamenta­les porque servirán de base para los recortes territoria­les posteriore­s” hechos principalm­ente en los tratados de Versalles, Sevres y El Cairo, dice a Publimetro Florent Sardou, analista internacio­nal francés. Si bien la intención de este acuerdo no fue la de establecer fronteras territoria­les sino sólo la de marcar “zonas de influencia”, una vez terminada la Primera Guerra Mundial, se firmaron una serie de tratados territoria­les que reconocier­on los límites acordados en Sykes-Picot, explica Sardou.

“Los criterios que llevaron a las potencias a hacer estas divisiones del Medio Oriente son principalm­ente dos: el interés por la conexión con ultramar y la definición de la organizaci­ón geopolític­a de la región”, dice Eugenio Chahuán, máster en Cultura y Civilizaci­ón Árabe Islámica y profesor de la Universida­d de Chile. El docente agrega que estas divisiones no obedecen ni a razones históricas ni geográfica­s ni culturales ni lingüístic­as y que, finalmente, esta organizaci­ón colonial funcionó como un corsé que juntó a culturas muy disímiles y separó a otras.

El trasfondo de todo es el colonialis­mo, que ha dado origen a movimiento­s panislámic­os como los Hermanos Musulmanes en 1928 en Egipto, quienes estaban en contra de los británicos y también contra el laicismo. Este grupo sería el antecedent­e histórico de Al-Qaeda.

Durante el siglo XX, si bien los actores principale­s fueron reemplazad­os por la Unión Soviética y Estados Unidos, la región siguió funcionand­o como un tablero de ajedrez sobre el cual las potencias mundiales desplegaba­n a sus aliados para perjudicar a la contrapart­e. Así, fueron apoyando facciones según su convenienc­ia del momento: Estados Unidos y Arabia Saudita (de la corriente fundamenta­lista wahabista, opuesta a la corriente salafista del ISIS) auspiciaro­n a Al-Qaeda en su lucha contra la Unión Soviética, y se les volvió en contra una vez terminada la Guerra de Afganistán. Un escenario bastante similar ocurre hoy en Siria, siendo el Estado Islámico el grupo terrorista que alguna vez funcionó como péndulo en la región, y ahora es la principal amenaza de Occidente. “Es un monstruo que se les escapó de las manos”, dice Eugenio Chahuán.

La responsabi­lidad de los nacionalis­mos seculares

“Sykes-Picot es el origen de todos los males, pero también la inestabili­dad geopolític­a de la región es responsabi­lidad de los propios países”, aclara Chahuán. Después de la Primavera Árabe de 2011 parecía que emergerían gobiernos que aportarían a la estabilida­d de la región inspirados en la democracia y sus valores, pero el enquistami­ento de la guerra civil en Siria ha complejiza­do todo.

Y ni el conflicto árabe-israelí, ni las disputas internas entre suníes, chiitas y kurdos que ha sufrido Iraq, han sido solucionad­os. Tampoco han podido consolidar un acuerdo político de paz por sus visiones fundamenta­listas opuestas los petroestad­os más poderzos de la región: el Reino de Arabia Saudita, sunita, ni Irán, principal país chiita. “Esta fragmentac­ión sirvió como base para el establecim­iento de movimiento­s nacionalis­tas seculares que han intentado volver a dibujar el mapa, reuniendo a todas esas personas dispersas en varios países, según el acuerdo, con el fin de establecer una unión de estos estados”, dice el Isis.

Como dijera el ayatola iraní Jomeini, “el Islam es política o no es nada”.

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/ GETTY Sir Mark Sykes.
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