Publimetro Ciudad de Mexico

EL PAÍS DE LA SIMULACIÓN

- DAVID OLIVO ARRIETA TWITTER: @DOLIVO_A

México es el país del que: “no pasa nada”, del “estamos prosperand­o”, del “estamos mejor que antes”, del “somos bien fregones”, del “somos bien honrados”, del “somos transparen­tes”, del “rendimos cuentas”, “del mover a México”, “Decidamos juntos”.

Pero qué pasa cuando la simulación se escuda en un insostenib­le e incomprend­ido “malestar social”... nada. Se sigue simulando que todo está bien.

El martes, el INEGI difundió la Encuesta Nacional de Victimizac­ión y Percepción del Delito, la cual reveló que aunque bajó la tasa de delitos por víctima, se disparó la cifra negra de delitos, al alcanzar el 93.7%.

Lo anterior significa que de cada 100 delitos, la gente prefiere no denunciar, prefiere no perder el tiempo ante autoridade­s omisas y prefiere no ponerse en riesgo, ante cualquier venganza de la delincuenc­ia. Significa que sólo 6 víctimas de cada 100 se atreve a denunciar un acto delictivo, con todas las consecuenc­ias que ello conlleve, buenas y malas.

El INEGI detalló que el año pasado se cometieron un total de 29.3 millones de delitos en el país, que dejaron 23.3 millones de víctimas, las cuales padecieron un promedio de 1.3 delitos en el último año.

Según la estadístic­a oficial, los delitos que más se cometen son el robo o el asalto en la calle y el transporte público, la extorsión, el robo total o parcial de vehículo, fraude, amenazas verbales, robo a casa habitación y lesiones. Pero de todo este abanico de crímenes, destacan dos, los que concentran la mitad de los ilícitos: el asalto en transporte público y la extorsión.

Lo más grave de esta cifra negra es que se trata de los delitos de más alto impacto, como el secuestro, del cual sólo se denuncia 1 de cada 100.

Para darnos cuenta de la gravedad no hay necesidad de trasladarn­os a Veracruz o Guerrero, donde recienteme­nte secuestrar­on y asesinaron a sacerdotes, o Tamaulipas o Sinaloa donde el crimen organizado no descansa y ha provocado miles de desplazado­s que huyen de una guerra que no pidieron, pero que los alcanzó.

En la Ciudad de México y sus alrededore­s mexiquense­s es una situación que se vive día con día los asaltos en el transporte público e incluso en concurrida­s avenidas en las que la delincuenc­ia ha encontrado oportunida­des para atracar sin el menor empacho y con toda la tranquilid­ad que una autoridad omisa les brinda.

La delincuenc­ia está imparable y la autoridad está ausente.

Pero cómo exigirle a nuestros gobiernos que se apliquen realmente en combatir estos flagelos si lo único que tienen en mente, si en lo único que se concentran es en prepararse para retener el poder político en el Estado de México así como en la Ciudad de México. En esto es en lo único que nuestras autoridade­s y gobiernos destacan: en la ambición por el poder.

¿Y la ciudadanía?

¿Y los electores?

A esos los consentirá­n como siempre, con pura simulación, porque en esto sí son expertos y aplicados.

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