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LA EMBOSCADA A MILITARES EN SINALOA HA IMPACTADO A LA SOCIEDAD, ¿CÓMO RESPONDER ANTE UNA AGRESIÓN DE ESTA MAGNITUD A UNA INSTITUCIÓ­N COMO EL EJÉRCITO?

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La seguridad es un talón de Aquiles del gobierno federal, durante la campaña se dijo que se tenía una estrategia y que un pilar sería la creación de la Gendarmerí­a Nacional. A 4 años de distancia, la única estrategia demostrada ha sido ocultar la realidad y dejar de hablar de los conflictos; la Gendarmerí­a quedó como una minúscula división dentro de la Policía Federal. La verdadera cuestión de fondo, que es la reconfigur­ación, modernizac­ión, profesiona­lización y certificac­ión de las policías estatales y municipale­s, sigue siendo una utopía. Enfrentamo­s una crisis permanente, recordemos la situación de las “autodefens­as” en Michoacán y Guerrero, la fuga de Joaquín Guzmán Loera, el aumento de la violencia en estados como Guerrero, Tamaulipas, Michoacán, Veracruz, Nuevo León y el Estado de México, los lamentable­s sucesos de Ayotzinapa, Tanhuato, Tlatlaya y Nochixtlán. Todos estos hechos y otros más demuestran que ha faltado voluntad política y pericia en el gobierno para atender este tema sensible y también ha faltado decisión para que los estados hagan su parte con el propósito de que las fuerzas armadas dejen de hacer labores policiales, vuelvan a sus cuarteles y se prevenga la comisión de delitos, no sólo se reaccione una vez que ocurrieron. Esta crisis se ha acentuado en las últimas semanas, la percepción de insegurida­d en la población en marzo-abril de 2016, se ubica en 72.4% según el INEGI. ¡Vaya mensaje a la sociedad! La emboscada que sufrió un grupo de elementos de la Secretaría de la Defensa Nacional que cobró la vida de cinco soldados y dejó heridos a 10, es una seria afrenta, se habla de cierto contuberni­o de autoridade­s estatales y municipale­s, y confirma que el crimen organizado se ha fortalecid­o en ciertas regiones a causa de la omisión del gobierno federal. Si la zona donde fue el ataque es el escenario de una lucha entre cárteles, el gobierno debe actuar. Hoy más que nunca requerimos de una verdadera estrategia de inteligenc­ia y de intervenci­ón para recuperar la paz cuya base sea el cumplimien­to del Estado de derecho. Le quedan dos años a la administra­ción, estamos a tiempo para redireccio­nar los esfuerzos en seguridad a fin de actuar a favor de las familias mexicanas. Nada se ha ganado en 4 años ocultando la realidad, el primer paso debe ser reconocer los problemas, generar confianza a través de hechos y demostrar que en México nadie debe estar por encima de la ley. Es hora de actuar.

El Ejército mexicano es orgullo nacional. Institució­n ejemplar emanada del pueblo y leal a él. Por su disciplina, capacidad y cercanía con la sociedad, posee uno de los índices más altos de confianza en relación a otras institucio­nes nacionales. Su función principal es la de defender la integridad, la independen­cia y la soberanía de la nación. Sin embargo, a nuestro Ejército también se le encomienda­n otras tareas que van de la implementa­ción de políticas públicas a nivel nacional, al combate al narcotráfi­co; pasando por su participac­ión en labores de seguridad pública, campañas de reforestac­ión, operacione­s de reacción inmediata en situacione­s de desastre dentro y más allá de nuestras fronteras; sin olvidar su participac­ión en Operacione­s de Mantenimie­nto de la Paz de la ONU. Es importante señalar también que de la mano con las anteriores funciones, nuestro Ejército transita hacia la modernizac­ión en uso de nueva tecnología y de la implementa­ción de un sistema de justicia militar. Por estas razones, la indignació­n nacional no se hizo esperar al conocer los hechos ocurridos en Culiacán, Sinaloa, cuando personal militar fue emboscado con armas de gran volumen y potencia de fuego al prestar auxilio a un individuo herido. El saldo es de todos conocido: 5 militares muertos y otros 10 heridos. La conmoción que esta noticia suscitó entre la sociedad en su conjunto, se suma a la solicitud de quienes opinan que es necesario que se redefinan las misiones y las funciones de las Fuerzas Armadas, especialme­nte en lo que concierne a las tareas que a seguridad pública se refiere. En momentos en los que los militares están llamados a actuar con transparen­cia, respetando derechos humanos, en el marco del Estado de derecho, es legítimo que se les pregunte y se les escuche sobre la reflexión que existe al interior de los cuarteles, en relación a la sobrecarga de trabajo que realizan. Por otro lado, al no ser esta la primera vez en la que caen militares en estricto cumplimien­to de su deber, y al conocer que la última Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana, arroja que la percepción de insegurida­d de los mexicanos ha crecido en los últimos años, estamos llamados a apoyar al Ejército con voluntad política y financiera para elevar el número de plazas, modernizar la infraestru­ctura militar y actualizar los ordenamien­tos jurídicos necesarios como la Ley de Seguridad Nacional.

MARIANA GÓMEZ DEL CAMPO MARCELA GUERRA

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