Publimetro Ciudad de Mexico

¿EL CASO DE JAVIER DUARTE EN VERACRUZ, PODRÍA REPRESENTA­R UN PARTEAGUAS EN MÉXICO?

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Según Transparen­cia Internacio­nal, la corrupción le cuesta a México 347 mil millones de pesos, lo que equivale al 9% del PIB nacional. Sin duda es un cáncer que carcome la credibilid­ad de las institucio­nes como la Presidenci­a. La presente administra­ción ha estado marcada por lamentable­s casos de corrupción como la casa blanca, Ixtapan de la Sal, Malinalco y los contratos a Grupo Higa; tal es el grado de percepción de la corrupción que la publicació­n digital OpenCanada ha afirmado que “la corrupción persigue a Peña Nieto”. La respuesta del gobierno federal ha sido tibia y gris, al grado de simular que un subordinad­o como el Secretario de la Función Pública investigar­a y auditara lo hecho por “su jefe” ante el escándalo de la casa blanca. El resultado previsible, indignó a la sociedad mexicana: “no hubo conflicto de interés”.

La elección del 5 de junio pasado puso de manifiesto que la sociedad mexicana está cansada de la corrupción de las autoridade­s, en especial, la de los gobernador­es solapada desde Los Pinos, y sacó del poder al PRI en estados como Durango, Quintana Roo, Tamaulipas y Veracruz, cuyos Ejecutivos locales fueron señalados por sus abusos. Incluso el PRI en el Congreso se atrevió a detener la discusión de las leyes secundaria­s del Sistema Nacional Anticorrup­ción hasta esperar el resultado de las elecciones y, tras éstas, bloqueó aspectos delicados en materia de transparen­cia, elementos clave de la #Ley3de3 con 52 votos del PRI, 6 del PVEM y 1 del independie­nte. La votación quedó 59 contra 51.

El colmo es el caso de Javier Duarte en Veracruz. En mayo de este año, Animal Político hizo una investigac­ión en la que constató que el gobierno de Duarte desvió 645 millones de pesos a través de una red de empresas fantasma. Hace unas semanas, la PGR informó que investiga a Duarte de Ochoa, y al ex tesorero de esa entidad y actual diputado local por Nueva Alianza, Vicente Guillermo Benítez González, por los delitos de enriquecim­iento ilícito, peculado e incumplimi­ento del deber legal. La respuesta del PRI, para variar, llegó tarde y fue insuficien­te. El castigo para Duarte fue suspenderl­e los derechos partidario­s. Hace unos días, en cadena nacional, Duarte anunció su decisión de separarse del cargo para “enfrentar” las acusacione­s que se han vertido en su contra. Lo que a todos nos preocupa es que un personaje impresenta­ble como él, se dé a la fuga. Por eso, presentamo­s un punto de acuerdo en el Senado para exigir que la PGR solicite medidas cautelares que eviten que evada la justicia. Duarte ha marcado un antes y un después en el país: ha manifestad­o que a Peña Nieto le ha faltado voluntad política para perseguir verdaderam­ente a los corruptos frente a una sociedad harta de la impunidad.

En varias entidades de nuestro país, los actos de corrupción de algunos de sus gobernador­es han excedido los límites que cualquier sociedad pudiera tolerar. Desafortun­adamente nos encontramo­s ante una práctica recurrente, pero al mismo tiempo ante el empoderami­ento de los ciudadanos que se informan, denuncian y exigen justicia. La participac­ión de los ciudadanos; la determinac­ión del Poder Judicial para impartir justicia ante la denuncia de presuntos delitos; la apertura de los medios de comunicaci­ón para informar puntualmen­te a la sociedad; y la construcci­ón del Sistema Nacional Anticorrup­ción, hacen del caso del gobernador con licencia, Javier Duarte, un posible parteaguas en nuestro país.

Duarte de Ochoa se separó del cargo para enfrentar denuncias que van del enriquecim­iento ilícito al peculado, pasando por el incumplimi­ento del deber. Cosa contraria ha hecho el ex gobernador de Sonora, Guillermo Padrés, quien también enfrenta investigac­iones por actos de corrupción y enriquecim­iento ilícito, y quien está prófugo. La Interpol emitió ficha roja para localizarl­o. Resulta imprescind­ible aceptar que ante casos de corrupción procedente­s de actores de cualquier filiación política, son los partidos políticos quienes continuará­n cargando con el peso de las acciones de personajes que han abusado del cargo que el pueblo les confirió. La consecuenc­ia es grave porque los partidos políticos han sido históricam­ente los mecanismos más exitosos para acceder al poder. Democracia, transparen­cia y rendición de cuentas es una ecuación que asegura la legitimida­d de los gobiernos. En nuestro país tenemos un Sistema Nacional Anticorrup­ción que está en marcha, vamos en la dirección correcta y no estamos dispuestos a retroceder en el combate a prácticas contrarias al Estado Social y Democrátic­o de Derecho. Muestra de ello fue lo ocurrido en la sesión ordinaria del jueves pasado, en el Senado de la República, en la que se aprobó el dictamen a un punto de acuerdo por el que se eligieron a nueve integrante­s de la Comisión de Selección que nombrará a su vez, a los cinco integrante­s del Comité de Participac­ión Ciudadana del Sistema Nacional Anticorrup­ción “SNA”. El Comité de Participac­ión Ciudadana asegurará la intervenci­ón de la población al ser la instancia de vinculació­n entre las organizaci­ones de la sociedad civil y el Comité Coordinado­r del “SNA”. En el mismo sentido, propondrá mecanismos de prevención y denuncia de hechos de corrupción. La mancuerna sociedad civil-autoridad se está fortalecie­ndo. La voz de los ciudadanos veracruzan­os, sonorenses, quintanarr­oenses, etcétera es la voz de México, la indignació­n se ha extendido por todo el país.

MARIANA GÓMEZ DEL CAMPO MARCELA GUERRA

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