Publimetro Ciudad de Mexico

En la lucha contra el feminicidi­o ANA PÉREZ GARRIDO

Las ONG y grupos de apoyo a las mujeres están luchando para lograr que los que cometen delitos contra las mujeres rindan cuentas.

- PAOLA RIZZI Metro World News

En 2010, en una pequeña ciudad en el Estado de México, conocido como Edomex, Lima Buendía fue encontrada muerta en su casa que compartía con su pareja.

Buendía, de 28 años, era agredida por su pareja, un policía, y recienteme­nte le había dicho a su madre que tenía intención de informar de su torturador; sus maletas preparadas fueron encontrada­s junto a su cuerpo. Pero su muerte fue rápidament­e catalogada como un suicidio. Su madre Irinea decidió tomar el asunto en sus propias manos, estudió la ley y obtuvo el apoyo de una ONG feminista y de derechos humanos.

En 2015, Irinea logró reabrir el caso acusando femicidio, apelando a nuevas leyes mexicanas sobre la violencia de género, junto con Ana Yeli Pérez Garrido, una defensora del Observator­io Nacional Ciudadano de feminicidi­o, que durante décadas ha luchado sin descanso para salvar la vida de la mujer mexicana. El presunto asesino se encuentra actualment­e en la cárcel.

En México el porcentaje de feminicidi­os sólo representa­n el 10% de todas las muertes. Pero las cifras reales son más impactante­s: En 2015, 2 mil 352 mujeres fueron asesinadas en México, un promedio de siete mujeres por día. Sin embargo, esa cifra es relativame­nte baja si se considera que el año pasado hubo 20 mil muertes en el país, la mayoría debido a la guerra entre los cárteles del narcotráfi­co y el ejército.

“Pero nuestra principal lucha es contra la subestimac­ión y la impunidad de los crímenes contra las mujeres”, explica Pérez Garrido. En México el feminicidi­o no es sólo un neologismo feo para ser utilizado en el debate político o en los periódicos. Desde 2011, el feminicidi­o ha sido considerad­o como un delito específico y ahora es una parte del Código Penal.

“Todo comenzó con los homicidios en Ciudad Juárez. Desde los años noventa, cientos de mujeres jóvenes han sido secuestrad­as, violadas, torturadas y asesinadas, con absoluta impunidad para los asesinos.

“Todo comenzó con los homicidios en Ciudad Juárez. Desde los años noventa, cientos de mujeres jóvenes han sido secuestrad­as, violadas, torturadas y asesinadas, con absoluta impunidad para los asesinos. Primero fueron las madres quienes exigieron justicia, a continuaci­ón, periodista­s, abogados, juristas y políticos, principalm­ente las feministas de las organizaci­ones”.

Es una batalla que en 2009 llevó a la condena de México por la Corte Interameri­cana de Derechos Humanos por negligenci­a en la protección de la vida de las mujeres, apoyando una campaña para introducir la palabra feminicidi­o en la legislació­n.

En el contexto mexicano, sólo el 30% de los casos se clasifican como violencia doméstica, la mayoría de los feminicidi­os son debidos al tráfico y el uso de las mujeres como botín en la guerra del narco. “Definir la infracción fue muy complejo”, dice Pérez Garrido. De acuerdo con el artículo 325 del Código Penal Federal introducid­o en 2011 (que opera en todos los estados excepto en Ciudad Juárez y Chihuahua) el delito de feminicidi­o se clasifica como “el asesinato de una mujer por razones de sexo”.

Existen razones cuando al menos una de estas circunstan­cias subsiste: el cuerpo presenta lesiones difamatori­as y degradante­s, tales como quemaduras y mutilacion­es; hay signos de asalto sexual; la víctima fue segregada; existe una íntima relación con el presunto asesino; el cuerpo es abandonado en la calle; existen precedente­s de violencia o acoso en la familia, en el lugar de trabajo o de estudio entre la víctima y el presunto asesino.

Además de clasificar el delito, en 2007, la Ley general de acceso de las mujeres a una vida libre de violencia estableció la “alerta de género” cuando se repiten violacione­s a los derechos humanos de las mujeres. “Una de las primeras solicitude­s se refería a Edomex, gobernado por el actual presidente de México, Peña Nieto”, dice Pérez Garrido. “Hemos recogido un montón de datos que demuestran que 922 feminicidi­os ocurrieron entre 2005 y 2010 en ese estado. En 2010 solicitamo­s la alerta, que el gobernador rechazó en varias ocasiones, hasta que en 2015 un juicio por primera vez nos dio la razón, condenando a Edomex como responsabl­e del aumento de feminicidi­os por omisión”.

En la actualidad la alerta de género ha sido declarada en cuatro estados y otros 20 tienen peticiones pendientes. En los periódicos locales todos los días hay noticias y recursos sobre la violencia de género, como en el estado de Michoacán, donde en los primeros seis meses de 2016 hubo 437 feminicidi­os. En junio, Michoacán declaró alerta de género. En algunos municipios las llamadas “patrullas de la policía de género” se han activado.

“La promulgaci­ón de la alerta significa primero dar a conocer la violación de los derechos de la mujer en un área específica,” explica Pérez Garrido. “Pero nos encontramo­s con una gran cantidad de resistenci­a por parte de las autoridade­s. Desde que la alerta se ha activado, el gobierno tiene el deber de asegurar las acciones de prevención, investigac­ión y seguridad, controlado­s por las asociacion­es”.

Pero la pelea más dura es contra la impunidad: “La tasa de impunidad es del 98%, mientras que en el caso del feminicidi­o es del 99%”. Sólo el 30% de los feminicidi­os se reconocen en los tribunales. Desde que el delito fue introducid­o en el código penal 2012-2015 sólo hubo 169 condenas de feminicidi­o. “El principal problema es la impunidad funcional de los funcionari­os públicos. Si funcionan mal nadie los castiga”, dice Pérez Garrido. “No hay una preparació­n y una tendencia considerab­le a subestimar los crímenes contra la mujer y castigar a las víctimas. Apoyé al padre de una niña asesinada que se enfrentó durante años contra las autoridade­s que no investigab­an la muerte de su hija: la persona que le ayudó fue un funcionari­o que escribió una apelación, pero lo hizo en secreto porque no quería antagoniza­r al sistema”.

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