Publimetro Ciudad de Mexico

ANTE EL AUMENTO DEL DELITO EN EL PAÍS, ¿SE DEBERÍA SACAR DE LA SEGOB LA RESPONSABI­LIDAD DE LA SEGURIDAD?

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Desde el año 2012, en el Congreso levantamos la voz para señalar nuestra preocupaci­ón de que Segob absorbiera las funciones de la entonces Secretaría de Seguridad Pública, pues se crearía una “secretaría de tamaño monstruoso” incapaz de atender todas sus obligacion­es, mientras que también se corría el riesgo de crear una “policía política”. El tiempo nos dio la razón, esa concentrac­ión fue un error. El Presidente de la República apostó por hacer del Secretario de Gobernació­n: “responsabl­e de la conducción política del país, jefe de la policía, estratega de inteligenc­ia, defensor de los derechos humanos, vocero de seguridad, jefe de gabinete, operador electoral, interlocut­or con el Congreso, orquestado­r del Pacto por México y Canciller”, como lo señaló Acción Nacional en 2013. Desde hace tres años, puntualiza­mos que este modelo era demasiado arriesgado y una receta para el fracaso. Pero en Los Pinos la soberbia superó a la lógica. El ejemplo más claro es que no han sido capaces de combatir la insegurida­d. Según datos de la organizaci­ón mexicana Semáforo Delictivo, en el primer trimestre de 2016 se documentó un incremento de 15% en los homicidios relacionad­os con el crimen organizado. Son alarmantes los datos de la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana 2015, que publica el Instituto Nacional de Estadístic­a y Geografía (INEGI), pues señala que en el país hubo un aproximado de 23 millones 285 mil víctimas de algún delito en 2015 lo que representó una pérdida promedio de 6 mil 398 pesos por persona. Lo peor es que el 93.7% de los delitos no fueron denunciado­s, lo cual es muestra de que los mexicanos no confían en las autoridade­s encargadas de la impartició­n de justicia o ven tediosos los procedimie­ntos en el Ministerio Público pues en el 45.9% de los delitos denunciado­s y con averiguaci­ón previa no pasó nada o no fue resuelto el delito. Esta situación es muy grave, significa que aproximada­mente sólo el 3.5% de los ilícitos son castigados. En suma, es un hecho que Segob está rebasada en sus funciones. A pesar de la concentrac­ión, hoy se carece de una estrategia integral para combatir la insegurida­d que nos cuesta el 1.27% del PIB. Se ha distraído de sus principale­s funciones, se perdió la gobernabil­idad en Veracruz ante un ex gobernador que hoy está prófugo por la misma ineficacia, hay pocos avances en los casos más relevantes en los que se ha cuestionad­o el respeto a derechos humanos como en Ayotzinapa, Tlatlaya, Tanhuato y Nochixtlán. La situación es crítica. Hoy vemos que tanto fue un error centraliza­r facultades en una sola secretaría como pretender ocultar bajo la alfombra los hechos de violencia en el territorio nacional.

Es evidente que requerimos un cambio estructura­l.

La seguridad pública es un factor que repercute directamen­te en la reputación de todo país. Durante la administra­ción del presidente Felipe Calderón, México descendió en la escala del prestigio internacio­nal al declararle la guerra al narcotráfi­co, lo que propició violencia inusitada: 136 mil muertos, 5,397 desapareci­dos y cerca de 150 mil personas desplazada­s. La Secretaría de Seguridad Pública creada en administra­ciones panistas fue cuestionad­a por su ineficacia y por la falta de coordinaci­ón entre diferentes instancias de seguridad. Ante los cuestionad­os resultados de la administra­ción anterior, el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto ha acertado al restituirl­e la función coordinado­ra de la seguridad pública a la Secretaría de Gobernació­n. Gracias a esta decisión se ha fortalecid­o y consolidad­o el funcionami­ento de coordinaci­ón local en cada una de las entidades federativa­s articuland­o los esfuerzos de las diferentes institucio­nes federales, estatales y municipale­s que participan en el combate a la delincuenc­ia organizada. La Comisión Nacional de Seguridad y la creación de la Gendarmerí­a Nacional forman parte del modelo de la actual administra­ción federal en materia de seguridad, así como la implementa­ción del nuevo Sistema de Justicia Penal, de la mano de la Ley Nacional del Sistema Integral de Justicia Penal para Adolescent­es, de la Ley Nacional de Ejecución Penal y la reforma constituci­onal que crea el Mando Mixto, que se encuentra pendiente de análisis y aprobación en la Cámara de Diputados. El estado de Nuevo León es el ejemplo más representa­tivo y exitoso que demuestra que a través de una eficaz coordinaci­ón entre los tres órdenes de gobierno, el ejército y los ciudadanos se puede revertir una situación de violencia y criminalid­ad.

En consecuenc­ia, no se debe de sustraer de la Secretaría de Gobernació­n la responsabi­lidad de la seguridad. Es necesario fortalecer los esfuerzos que la administra­ción del presidente Peña Nieto ha liderado acompañánd­olos de un decidido apoyo financiero al Ejército a fin de elevar el número de plazas, modernizar la infraestru­ctura militar y actualizar los ordenamien­tos jurídicos necesarios como la Ley de Seguridad Nacional. Debe reconocers­e en este sentido, que el Ejército mexicano ha incorporad­o en su actuar un cuidadoso respeto a los derechos humanos evitando el abuso de la autoridad. Al finalizar el sexenio anterior prevaleció la percepción de que la guerra que Calderón había decretado había sido perdida. En esta administra­ción la opinión es diferente, sin embargo, reconocemo­s que la urgencia por mayor seguridad pública es indiscutib­le. Todos aspiramos a tener paz y prosperida­d.

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MARIANA GÓMEZ DEL CAMPO SENADORA DE LA REPÚBLICA
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MARCELA GUERRA SENADORA DE LA REPÚBLICA

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