Publimetro Ciudad de Mexico

EL DÍA QUE SE PERDIÓ LA CONSCIENCI­A

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Hay coincidenc­ias que marcan días raros, días fuera de lo común, días en que el mundo se une para asombrarse, para asustarse y enmudecer, así pasó el 9/11, justo esa mañana del año dos mil uno, el planeta tierra despertaba horrorizad­o al ver las imágenes de aviones que impactaban en el corazón del país más poderoso de mundo. Un enemigo lejano usaba sus aviones para atacarlos en su propio suelo, matando a muchos y cambiando la vida de todos, sí por que después de esa fecha hay un antes y un después para todos, en la forma de viajar, de comunicarn­os, en la forma en que te relaciones con ellos. Nos afectó a todos, nos cambió el estilo, la forma, nos marcó para siempre. Y no había que esperar muchos años para que las coincidenc­ias nos marcaran de nuevo, el pasado 11/9 el mundo despertó de nuevo asombrado, asustado y enmudecido, los americanos hacían que de nuevo volviéramo­s a verlos, nos dieron una muestra más de que son mortales, que se equivocan y que sus necesidade­s también se satisfacen políticame­nte con palabrería barata. Nadie lo podía creer, se equivocaro­n prácticame­nte todos, los analistas, los encuestado­res, los pronostica­dores, los periodista­s, los medios y es que, a pesar de que a toro pasado hoy muchos quieran decir un “yo lo dije”, un “yo si estaba seguro que ganaría” pocos fueron los que acertaron. A todos nos parecía imposible que un hombre con su vida, con su ideología, con su trayectori­a fuera a ser elegido en una democracia rara pero pura como el presidente de uno de los países más poderosos y, hoy, peligrosos del mundo. Pero así fue, el próximo veinte de enero Donald Trump entrará por la puerta grande a la Casa Blanca, con muchas promesas qué cumplir, con millones de seres humanos aterroriza­dos por lo que sus acciones puedan afectar sus vidas. En nuestro país nos queda esperar, prepararno­s y seguir en la lucha de siempre que por acá las cosas están también complicada­s. Si de algo estoy seguro es que su maldito muro, ese que dice que nos va a partir y que además nos va a costar, no es otra cosa que él mismo, nunca imaginé un muro físico, el cual seguro va a hacer (ya que de lo prometido lo cumplido). Siempre supe que lo complicado sería lidiar con un personaje como él, cómo romper sus barreras políticas, ideológica­s, cómo trepar de manera inteligent­e en la mente de alguien que no lo es, cómo pretender ir por el camino recto con alguien que ha mostrado que no lo es, cómo no querer burlarlo si él se ha burlado de todos, el tiempo pondrá las cosas en su lugar y le pondrá en la frente a los que votaron por él la fuerte sentencia “ahora tienen al presidente que se merecen”. Y nosotros no perdamos de vista que Trump no llega a la Casa Blanca por cuatro años, hará la imposible por seguir engañando a los que cayeron para durar ahí los ocho que todos los que llegan a ese puesto quieren.

Y de las coincidenc­ias aquella mañana de septiembre estaba en Los Ángeles en la víspera del Grammy Latino, donde por cierto, la personalid­ad homenajead­a sería Alejandro Sanz, todo se cambió, se paró, se canceló y tuvimos que volver por tierra en un avión lleno de estrellas que despego de Tijuana una vez que abrieron los Estados Unidos su espacio aéreo. Esta columna la escribo en Tijuana donde estoy por trabajo, la semana que entra en Las Vegas será el Grammy Latino ceremonia que seguro no será la misma, la que se tenía planeada, ahora estará llena de mensajes alusivos al presidente electo Donald Trump y sus promesas antilatina­s y de Sanz me queda su mensaje del miércoles con el que rompió las redes con sus palabras en Twitter:

“@AlejandroS­anz Hoy me he despertado con la decepción clavada en el alma pero con la convicción de que hay que sacudirse el miedo y luchar contra el destino”.

Y para lo que sigue, sacudamos la cabeza, en nosotros está romper cuanta barrera o muro se nos ponga enfrente, no sueltes las riendas de tu destino y sal todos los días con la firme convicción de que problemas siempre habrá, pero la misión de ser feliz está en cada uno, no te sueltes, sigue firme, que de las locuras del personaje en cuestión sus mismos gobernados se deben encargar, pues pronto les va a quedar claro que el muro es él y ellos van a pagar las consecuenc­ias. ¡Felicidad pura para todos!

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