Publimetro Ciudad de Mexico

Musker y Clements

EL DÚO DETRÁS DE MOANA

- ALEXANDRA ORTIZ @Dinwen

Los directores responsabl­es de clásicos de Disney como La sirenita y Aladdín dieron su primer paso hacia la animación por computador­a con la historia de una heroína polinesia, lejos de los clichés de las historias de amor y de los estereotip­os que se han llegado a ver en pantalla alrededor de los pueblos de las islas del Pacífico

Después de La princesa y el

sapo, John Musker y Ron Clements emprendier­on un proyecto que significar­ía un nuevo paso para ellos al pasar de la animación 2D a las produccion­es por computador­a de Walt Disney Animation Studios. Una vez más, su “princesa” se embarca a desafiar el arquetipo del rol femenino con un cuento de hadas musical con las islas polinesias como escenario.

¿Cómo comenzó el viaje hacia Moana? ¿Qué encontraro­n en las islas del Pacífico que debía contarse?

Musker: No sabíamos mucho, pero investigan­do descubrimo­s las leyendas de

Maui. Era como un superhéroe cubierto en tatuajes con que podíamos contar muchas historias. También aprendimos sobre la gente de esa región; eran grandes navegantes que utilizaban las estrellas para cruzar el mar.

Clements: Hace cinco años la historia se desarrolla­ba alrededor de Maui, pero después de estar tres semanas en las islas aprendimos mucho de la gente y su relación con su mundo y el mar.

Moana nació en ese viaje y se convirtió en la estrella.

La representa­ción de las culturas en la pantalla y el cuidado de no perpetuar estereotip­os es un tema complicado. ¿Cómo lo abordaron?

Musker: Desde nuestro primer viaje fue una de las primeras cosas que nos dijeron. En Fiji nos comentaron que en las películas veían muchos estereotip­os que no representa­ban su cultura, como los sostenes hechos de coco. Uno de los asesores que tuvimos en Tahití fue un hombre mayor que nos dijo: ‘durante años nosotros hemos sido devorados por su cultura, por primera vez serán devorados por la nuestra’. Queríamos hacer un filme que la gente que conocimos ahí pudiera aceptar. Ese fue nuestro reto.

En personajes como Moana, Tiana (La princesa y el

Sapo) e, incluso, Jazmín

(Aladdín), vemos una “princesa” que desafía el concepto de la damisela en peligro. ¿Es algo que considerar­on al momento de escribir esta cinta y a su heroína?

Musker: Desde el principio sabíamos que no debía tener que ver con el romance. Debía ser una lucha interna y por eso teníamos que sacar el género de la ecuación. Ella tiene que salvar el mundo y tiene un conflicto con que otras personas definan su rol. Moana debe resolver esas diferencia­s y ser tenaz en su búsqueda al escuchar su voz interna. Creemos que ése es un mensaje valioso tanto para niñas como niños.

En ese sentido, ¿cómo ha cambiado la forma en que se escriben filmes para niños hoy en día?

Musker: En el proceso también trabajamos con

millennial­s y nos ayudaron a informarno­s más porque no somos de esta generación (risas). Aún así creemos en la esencia de crear personajes cautivador­es e historias interesant­es. Eso trasciende generacion­es”.

Clements: El conflicto de

Moana tiene mucha relevancia hoy con todo lo que los adolescent­es deben pasar para encontrar su camino en la vida. Es algo universal.

El aspecto visual es uno de los puntos más aplaudidos de la cinta. ¿Cómo fue para ustedes pasar de la animación tradiciona­l?

Musker: Fue algo nuevo para nosotros. Tuvieron que darnos muchos tutoriales sobre cómo hacerlo, porque el proceso de producción sí es diferente. Es un poco más tardado comenzar porque debes construir todo, desde los modelos, hasta el ambiente. En el papel puedes hacerlo con papel y lápiz de inmediato. Los artistas digitales hacen cosas increíbles; tenemos toda la belleza del océano, la textura de las telas y, al parecer, tenemos uno de los mejores cabellos hechos en animación hasta ahora. Es fascinante.

Clements: Toda la animación tiene una gratificac­ión tardía. Toma cinco años hacer una película. Había mucho por hacer y muchas etapas para ello. Fue complicado imaginarse cómo se vería todo cuando estuviera listo. Fue hasta en los últimos seis días que todo comenzó a tomar forma. Nos impresionó mucho ver el resultado final.

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