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En el tiempo que tomarás para leer esta columna, está a punto de suceder, o se está cometiendo un acto de violencia contra alguna mujer en México.
Las cifras parecen sacadas de una película de terror: cada cuatro minutos, ocurre una violación sexual en nuestro país. Si eres mujer, y tienes entre 15 y 45 años, es más fácil que seas víctima de violación o seas asesinada, a que te dé cáncer o VIH. Y siete de cada diez mujeres mexicanas han sido violentadas alguna vez en su vida.
¿Qué dice eso de nosotros? ¿Qué futuro tiene un país que literalmente mata a sus mujeres?
Hace más de 20 años comenzaron a conocerse las desapariciones y asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez, Chihuahua y al mismo tiempo también iniciaron los clamores de familiares de las víctimas ante las autoridades, que han pedido freno a esa clase de delitos.
Se realizaron investigaciones por todos lados y se hicieron detenciones de delincuentes a quienes quisieron culpar de la ola criminal y no se logró gran cosa. A la fecha continúan e inclusive se habla de un recrudecimiento de los hechos durante 2016, en la misma ciudad.
Posteriormente se conocieron también hechos parecidos en el Estado de México, en donde el número de feminicidios superó al de la entidad norteña en muy poco tiempo y en donde tampoco encontraron las autoridades un punto de apoyo para frenarlo.
A tal grado ha llegado la situación en la entidad vecina a la Ciudad de México, que los aspirantes a gobernarla sumaron a sus propuestas la de acabar con esos delitos, cuya comisión ha empeorado cada día. La gente entiende que el asunto se ha politizado y que lo que se pretende es ganar simpatías, lejos de querer realmente encontrar una solución.
Los crímenes de mujeres se han generalizado, a tal punto, que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) declaró la violencia de género en nuestro país como pandemia, con palabras representativas que dicen: “ser mujer en México, igual a deporte extremo”.
La violencia contra las mujeres está en todas partes. La misma UNAM ha sido utilizada como lugar que llama la atención para perpetrarlos. Se han conocido muchos casos de violaciones y homicidios. Este terrible suceso, encendió el ánimo de un nutrido grupo de mujeres, que realizaron una marcha de protesta para exigir freno a la situación.
Aunque pareciera que nuestras autoridades necesitan que alguien inicie la protesta para comenzar a actuar. El llamado en redes sociales #simematan debe ser un llamado a un contundente proceso de concientización nacional, que garantice una lucha ciudadana sin cuartel. Una movilización permanente, donde todos y todas por igual al grito de #Niunamas.
Lejos de buscar una cura, parece que como sociedad, toleramos la situación y hasta nos burlamos de ella.
Resulta que una autoridad de la Ciudad de México se atreve a insinuar que a Lesvy, la chica que encontraron sin vida en la UNAM, la asesinaron “por andar de fiesta con amigos”.
O hay quien piensa que una de las jóvenes que iba en el BMW, que quedó destrozado en Paseo de la Reforma hace unos días, se murió por salir de fiesta sin su marido.
Qué tal las frases burlonas de “las luchonas”, o “las feminazis”, dirigidas a mujeres que buscan protegerse de una sociedad que no ha podido garantizarles una vida plena. O las condenas sociales al no permitir que ellas decidan sobre su cuerpo.
Todas estas actitudes son estúpidas y retrógradas. O despertamos y dejamos de tapar el sol con un dedo, o nos destinamos a vivir en la vergüenza de ser un país que no puede dar la cara por las mujeres.
Cada vez que se maltrata a una mujer, muere una parte del espíritu que nos da vida a todos ¡cambiemos esto!, luchemos por recuperar la armonía que como país hemos perdido.