VIOLENCIA EN LOS ESTADIOS
De nuevo, en nuestros estadios, en los partidos de vuelta de esta Liguilla hemos observado a una invitada no tan deseada, pero sí muy antigua: la violencia.
El primer reporte de muertos por violencia en una justa deportiva es del año IV a.C. en el antiguo imperio romano, donde los seguidores de las cuadrigas roja y verde se enfrentaron durante tres días. Las crónicas no mencionan cuál fue el resultado deportivo, pero sí que hubo una gran cantidad de muertos.
Lo violento es aquello que está fuera de su estado natural y se ejecuta con fuerza, ímpetu o brusquedad; aquello que se hace contra el gusto o la voluntad de uno mismo.
Existen factores neurofisiológicos, factores biológicos y endocrinológicos y enfermedades mentales que explican la conducta violenta a nivel individual –sin justificar los actos violentos-.
En los estadios se incrementan estas conductas cuando la sociedad está enferma y es incapaz de controlar las explosiones emocionales de la turba, de la masa, aficionados frustrados, exaltados, que escudados en el anonimato y con una buena dosis de inhibidores (el alcohol principalmente inhibe el autocontrol), contagia entre sus semejantes la conducta delictiva, individuos con un ambiente familiar deteriorado, con desprecio en las relaciones cotidianas se convierten en una de las mayores causas de violencia.
Por otra parte, los medios de comunicación presentan ráfagas continuas de estímulos que ensalzan la agresión amoral y celebran la agresión como método predilecto para solventar conflictos, desensibilizando el impacto negativo de la violencia.
Finalmente, parte de la explicación también se encuentra en el entorno físico de los jóvenes, ya que la masificación, el aumento del contacto y la disminución del espacio vital, junto con la sensación incómoda de temperatura ambiental calurosa, pueden ser factores que induzcan a la violencia. Así como la privación socioeconómica con discriminación y marginación de colectivos sociales, puede ser generadora de violencia.
Por lo tanto, la causa de la violencia en nuestros estadios es multifactorial y habría que comenzar a actuar para prevenir dichas conductas:
1. Prohibir o realizar un verdadero control en la venta de bebidas alcohólicas.
2. Tener una cédula de identidad por parte de los clubes que registre las actitudes negativas, prohibiendo el acceso a quien sea recurrente en dicho tipo de conductas.
3. Campañas internas en los grupos de animación (porras) para que desde el interior parta el autocontrol de sus miembros. Eliminando mafias y ciertos privilegios por parte de los clubes.
4. Disminuir el número de aficionados por partido, para evitar sobrecupos y tener mayor control policíaco.
5. Identificar partidos de riesgo e incrementar el control.
Desgraciadamente algunas de las medidas atentan en contra de la economía de los clubes, lo que hace que –en ocasiones– se conviertan en corresponsables de dicha violencia.
Finalmente, como diría Eleonor Roosevelt: “No basta con hablar de paz. Uno debe de creer en ella y trabajar para conseguirlo”.