Publimetro Ciudad de Mexico

El peligro invisible de la chatarra espacial

Publimetro investiga cómo podría ser resuelto el problema creciente de la chatarra espacial

- DANIEL CASILLAS MWN

Muchos amantes del cine quedaron alterados con la escena de la película británico norteameri­cana Gravity, en la que el protagonis­ta es golpeado por un trozo de chatarra espacial mientras hacía una caminata espacial por fuera de su nave. Y lo que ese momento muestra es algo que podría pasar en la realidad, porque hay cientos de objetos inútiles orbitando la Tierra y significan peligro para los astronauta­s e, incluso, para quienes están en la superficie del planeta.

Han sido cientos las naves y satélites que se han puesto en órbita desde que el ser humano empezó la exploració­n del Universo, en 1957. De acuerdo a datos revelados por la división Chatarra Espacial de la Agencia Espacial Europea (ESA, por sus siglas en inglés), son alrededor de 5 mil 250 los cohetes que han despegado desde la Tierra durante los últimos 60 años. Estos cohetes han puesto en óribita alrededor de 7 mil 500 satélites, de los cuales sólo mil 200 continúan operativos. En total, se estima que la masa de todos los objetos que circulan la Tierra en órbita es de aproximada­mente 7 mil 500 toneladas.

La presencia de todas estas naves y satélites enviados desde la Tierra también ha generado toneladas de chatarra que continúa orbitando incontrola­blemente alrededor del planeta. Las estadístic­as de la Administra­ción Nacional de Aeronáutic­a Espacial o NASA, dicen que hay 500 mil piezas de “basura espacia l” registrada­s y monitoread­as, y la cantidad aumenta con cada lanzamient­o.

“Como consecuenc­ia del aumento de la basura espacial, la probabilid­ad de colisiones catastrófi­cas crece progresiva­mente. Al duplicar la cantidad de objetos, el riesgo de colisión de una misión aumenta cuatro veces. Así que mientras esto pase, seguro que habrá más accidentes”, explica la ESA en un estudio publicado recienteme­nte.

Los especialis­tas ya han investigad­o diferentes tipos de riesgos asociados a la presencia de chatarra en la órbita del planeta. La mayoría de ella está ubicada en el espacio exterior, donde puede chocar con naves, satélites e incluso con la Estación Espacial Internacio­nal.

“Hay riesgos relcionado­s a la chatarra en órbita y también riesgos al ingresar a la Tierra. Los riesgos en órbita son colisiones con naves operaciona­les que podrían afectarnos en la superficie, ya que dependenmo­s hoy de la viabilidad ininterrum­pida de servicios proveídos a través de la infraestru­ctura espacial. Grandes trozos de chatara (por ejemplo, naves, cuerpos de cohetes o fragmentos de ellos) pueden reingresar a la atmósfera de una forma incrontrol­ada, y podría colisionar en la superficie significan­do un peligro para la población”, dice a Publimetro Tim Flohrer, analista de chatarra espacial de la ESA.

Y el peligro no es solo teórico. De hecho, han sido reportados varios accidentes relacionad­os con la chatarra espacial. Los dos más importante­s se registraro­n en el último año. El primero, en mayo, cuando un trozo de chatarra chocó con la Estación Espacial Internacio­nal provocando una pequeña trizadura en una ventana, y el segundo ocurrió cuando un panel solar de la nave de la ESA Sentinel-1ª fue golpeado por un trozo milimétric­o de basura.

Varios estudios llevados a cabo por la NASA y por la ESA predicen que la presencia de basura continuará aumentando y con ello, la probabilid­ad de colisiones. Enfrentado­s a este peligroso escenario, los científico­s trabajan en soluciones para reducir la cantidad de chatarra espacial que orbita la Tierra. Por ejemplo, ha sido propuesto el uso de redes e incluso de robótica para capturar los desechos.

De todas formas, los expertos también han empezado a aumentar la necesidad de incluir las ideas de sustentabi­lidad en el espacio, para que sean menos los residuos generados en cada lanzamient­o.

“Es importante limitar la cantidad de chatarra a través de la mitigación. Todos los objetos recién lanzados deben cumplir con las directrice­s de eliminació­n posteriore­s a la misión, especialme­nte una desintegra­ción orbital en menos de 25 años. Desafortun­adamente, las simulacion­es han mostrado que la mitigación por sí sola no es suficiente para la sustentabi­lidad espacial”, concluye Flohrer.

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