¿LOS NARCOBLOQUEOS OCURRIDOS EN LA CDMX REVELAN QUE EN LA CAPITAL SÍ OPERA EL CRIMEN ORGANIZADO?
La violencia se ha incrementado en la Ciudad de México, lo cual es innegable a la luz de las cifras oficiales; según el Reporte Anual de Incidencia
Delictiva 2016 del Observatorio
Nacional Ciudadano, el año pasado registró el periodo con más homicidios por armas de fuego de las dos últimas décadas con una tasa de 10.78 por cada 100 mil habitantes, la mayor desde hace veinte años (en 1997 se reportó una tasa de 10.98).
Sin embargo, lo verdaderamente alarmante es que el crimen organizado ha crecido en la capital del país a la sombra de la negación de la realidad del gobierno de la Ciudad de México. Cuando nos dijeron que todo iba bien y que hicieron una inversión exorbitante en videocámaras y en patrullas nuevas, resulta que el robo a transeúnte, el robo de vehículo, a cuentahabientes y a casa habitación se dispararon; el número de homicidios está más preocupante que nunca y ahora vemos que operan grupos del narco en prácticamente todas las delegaciones, pero el gobierno de la Ciudad lo niega. Las imágenes de camiones incendiados bloqueando vialidades en Tláhuac no difieren de lo que hemos visto en Sinaloa, Guerrero o en Michoacán.
El experto en delincuencia organizada, el Dr. Edgardo Buscaglia, afirma que “toda persona que estudia la delincuencia organizada sabe que la infraestructura está concentrada en la Ciudad de México”. Prueba de ello es que, de acuerdo con declaraciones de la Dip. Rosy Bindi, presidenta de la Comisión Parlamentaria Antimafia del Congreso italiano, las distintas mafias italianas operan en la capital del país pero con un “pacto de no beligerancia”, sin embargo, mantienen presencia infiltrada en actividades comerciales como en el turismo o en los restaurantes.
El gobierno de la Ciudad de México cierra los ojos ante todo ello: así lo hizo en mayo de este año cuando se detuvo, en la colonia Nueva Anzures, a Dámaso López Núñez, quien era considerado el sucesor de El Chapo en el Cártel de Sinaloa. Parece que busca eludir la gravedad de la seguridad en la ciudad al no llamar “Cártel” al grupo delictivo cuya cabeza, Felipe Pérez Luna, fue abatido en un operativo en que participaron elementos de la Marina y de la Policía Federal; el delincuente conocido como El Ojos, participó en una extensión al sur de la ciudad del Cártel de los Beltrán Leyva que estableció un corredor de drogas de Cuernavaca a la capital; tras la caída de su liderazgo, se estableció en Tláhuac y a medida que su negocio florecía, la violencia se incrementó, pues en los últimos tres años la balaceras y ejecuciones se hicieron cosa de todos los días.
Según información oficial, Pérez Luna trabajaba bajo los mismos estándares del crimen organizado en otras partes del país: una red de informantes y de distribuidores a través de mototaxis, control de zonas estratégicas para la venta de droga como Ciudad Universitaria cuyas ganancias diarias están estimadas en más de 450 mil pesos, así como ejecuciones sanguinarias con el objeto de demostrar su poder y enviar mensajes a sus rivales. Es decir, el mismo
modus operandi de los grupos orga- nizados de cualquier parte del país.