Publimetro Ciudad de Mexico

Varios venezolano­s esperan una nueva vida en Colombia

Durmiendo en el piso y cobijados unos con los otros, decenas de venezolano­s anhelan un nuevo comienzo en Colombia

- PAMELA LÓPEZ pamela.lopez@publimetro.co

“Me estás nombrando todo lo que dejé atrás y me duele”, dice con lágrimas en los ojos Francisco*, uno de los 48 venezolano­s que están varados en la Terminal de Transporte­s del Salitre en Bogotá, Colombia, desde hace 10 días. Francisco dejó su esposa e hijos. Huyó del gobierno por miedo a que les hicieran daño a él y a su familia.

“Prefiero decir que ellos están bien allá. Digamos que están bien, ¿sí?”, me repite mientras me cuenta por qué tuvo que dejar su país después de trabajar para el gobierno de Nicolás Maduro. “Un día entraron a mi casa y la allanaron. Yo no estaba, me fui antes de que eso pasara porque me habían hecho varias visitas”, asegura.

Como Francisco, quien se convirtió en uno de los líderes en la terminal, su hogar temporal, hay más venezolano­s. Algunos esperan quedarse en Bogotá, como Luis, quien dejó la universida­d y su trabajo como obrero, con el que hace algunos años podía mantener a su familia. “Me quiero quedar en Bogotá, pero necesito ayuda con un arriendo para buscar empleo. Estos días que hemos estado acá, las personas nos han tendido la mano, nos han dado comida, ha llegado gente de distintas iglesias para ayudarnos, pero necesito ubicarme”, cuenta mientras se come un sándwich que le regaló una joven mesera que trabaja en una de las tantas cafeterías que hay en la terminal.

Para el 30 de junio de este año, Migración Colombia registró la entrada de 263 mil 331 ciudadanos venezolano­s que ingresaron, principalm­ente, por los puestos de control migratorio ubicados en Cúcuta, Paraguachó­n y Bogotá. Sin embargo, de esos 263 mil 331, el mismo 30 de junio ya habían salido del territorio nacional 228 mil 380. Así, Colombia se ha convertido en el hogar de paso de muchos de ellos, tal y como espera que sea Felipe, quien viene de Maracay y va para Ecuador.

“Tengo cédula colombiana, pero quiero irme para Quito con mi familia, creo que tengo más oportunida­des allá porque los colombiano­s son muy berracos. Aunque muchos han venido acá ofreciendo ayuda, y la hemos recibido, yo no suelto nada ni doy nada a cambio, sólo quiero unos pasajes a Ecuador porque vengo con mi esposa y mis hijas. No quiero problemas”, comenta algo precavido por lo que ocurrió el día anterior con una mujer y sus hijos, a quienes aparenteme­nte separaron prometiénd­oles casa y empleo. Felipe dice que no saben para dónde se las llevaron.

Otros, como Éider, van para donde vaya la corriente del río. “Soy abogado y estoy esperando

si me quedo acá o me voy para Cali, Medellín o para otra ciudad. Todo depende de un arriendo. La cuestión en Venezuela es que ya no se puede vivir porque el sueldo no alcanza y porque quiero que se me abran las puertas… allá no se consigue nada”, comenta.

Éider llegó a Colombia con su hijo mayor, Junior, de 10 años, que quiere un PlayStatio­n 4, pero sabe que su papá, por ahora, no se lo puede comprar ni en Venezuela ni en nuestro país, por la situación que están atravesand­o. “Me vine con un celular que acá no me sirve para nada, miro los teléfonos para llamar a mi

casa y quiero darle las gracias a las personas de la terminal porque nos han permitido llamar a nuestras familias. Mi esposa y mi otro hijo quedaron allá. Pude hablar con ellos en la mañana y mi hijo me dijo que estaba bien, que habían podido comer arroz. Cuando me ubique y me estabilice, me los traigo”, asegura.

Daniel, de 25 años, era estudiante de Derecho. También vivía en Acarigua y comenta que “allá estaban las centrales azucareras, La Polar, por eso cuando se empezó a sentir la crisis la gente se fue para allá y comenzaron las filas. En un tiempo pasaba a Arauca a comprar productos necesarios, pero eso era cuando la plata alcanzaba un poco, ahora ni para el pasaje. Te lo voy a poner así: el sueldo en Venezuela son menos de 100 mil pesos y eso no alcanza ni para un par de zapatos. Ahora quiero trabajar, quiero empezar de cero y Colombia es mi mejor opción”, asegura.

Sin país

Durmiendo en el piso, cobijados unos con otros y con las maletas como almohadas, ese es el panorama por estos días de los venezolano­s que están en la Terminal de Transporte­s. Hay mujeres embarazada­s o con niños en brazos, familias completas que se vinieron a pesar de tener una vida en el país vecino, pero que fueron doblegadas por el hambre, la insegurida­d o quién sabe qué razón personal. Las lágrimas aparecen de vez en cuando. La impacienci­a sí que ronda la zona en donde decidieron acampar y donde los viajeros que llegan a Bogotá no los pueden ignorar.

“La cuestión en Venezuela es que ya no se puede vivir porque el sueldo no alcanza y porque quiero que se me abran las puertas” Éider, venezolano en Bogotá .

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