CABIFY: PROMESA DE VENTA
El asesinato de Mara, estudiante universitaria en Puebla, presuntamente a manos de un chofer de Cabify, ha abierto una discusión que muestra una brecha entre lo que servicios como Cabify e incluso Uber dicen vender, y lo que en realidad los usuarios pensamos que compramos. A esa propuesta, explícita o implícita, acerca de lo que la gente compra, le llamamos promesa de venta.
La página web de Cabify ofrece conductores “con la formación necesaria” y la posibilidad de compartir “tu viaje para que tus amigos sepan dónde estás”. Además ofrece “coches de alta gama” y atención “para lo que necesites… cuándo y dónde quieras”. ¿Para qué querríamos estos elementos juntos? ¿Cuál es la razón de ser, en México, de Uber o Cabify? ¿Para qué queremos servicios de esta naturaleza?
Cuando pedimos un servicio de Cabify o de Uber, estamos comprando varias cosas. Estatus, prestigio de innovadores, tranquilidad, comodidad. Y sí, seguridad. O eso pensábamos. Contratar estos servicios anuncia que contamos con un smartphone y tarjeta de crédito. Somos cool porque no estamos manejando.
Pero tampoco queremos un taxi convencional, donde con frecuencia, particularmente de noche, tendremos que negociar el precio. El taxi con frecuencia es demasiado viejo y sucio. Pese a que el gobierno de la ciudad ha hecho algunas reglas para identificar cómo se llama el conductor o el hecho de viajar de noche con las luces internas encendidas, desconfiamos de estas reglas.