Víctimas de guerra siembran esperanza en tierras del terror
Entre 1999 y 2005 los paramilitares del Bloque Calima sembraron el terror en el corregimiento de Galicia, municipio de Bugalagrande, Colombia. Hoy, la vida de los campesinos es distinta pero cuesta dejar atrás el dolor de la violencia
“Esta montaña se llama La Morena porque hace muchos años había aquí un señor que se enamoró de una muchacha que vivía allí arriba, ella era morena, por eso se llama esto así”. Así empieza el relato doña María Dora Gómez de Espinal, matrona, madre de 10 hijos y quien tiene un acento que por momentos es paisa y por momentos es valluno. Ella, su familia y sus vecinos viven en el corregimiento de Galicia, zona rural de Bugalagrande en el Valle del Cauca, en Bogotá, Colombia.
A su finca se llega después de dejar la autopista que conecta a Cali con Armenia. Se toma el desvío hacia el corregimiento de Galicia, un pueblo de apenas cuatro calles, impecable y caluroso, como los poblados del Valle. Después de doblar la esquina de la iglesia se empieza a subir por trocha. Lo que era el calor del Valle, casi al nivel del mar, empieza a convertirse en un páramo, y comienza a advertirse una importante vista, desde La Morena, hacia los municipios de Tuluá, Bugalagrande y Buga. En la finca, a la que se llega después de una hora de subir por la montaña, se tiene un panorama exclusivo de gran parte del norte del Valle del Cauca. Fue esa exclusividad la que nos llevó hasta allí.
“Esta casa tiene cien años, pero es propiedad de mi familia desde hace más o menos cincuenta. Ha sido una finca cafetera desde siempre. Mi papá era un paisa que se vino a probar suerte. Lo logró, y tenemos una finca de doscientas hectáreas”, cuenta María del Pilar Espinal, la hija de María Dora. La ubicación estratégica del lugar hizo que allí aterrizaran los primeros paramilitares que se ubicaron en el valle. Es decir, casi que en su casa se fundó el Bloque Calima de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC). “Por años