Publimetro Ciudad de Mexico

TRABAJANDO CON LA MUERTE

Una cosa es la película Coco, nuestras ofrendas, nuestras procesione­s de catrines y otra cosa es chambear en la morgue. ¿Tendrían ustedes los arrestos para hacerlo? ¿Para que esto fuera un trabajo tan godinezco y “cotidiano” que pudieran estar escuchando

- FERNANDA TAPIA @TAPIAFERNA­NDA

Si unos creen o no que se ve la luz al final del túnel y que te salen a recibir tus familiares o aquellos enemigos con los que traes vendettas pendientes... pues eso está canijo comprobarl­o. Digo, lo que sí se ha estudiado es qué sucede con el cuerpo cuando el corazón deja de latir y se pierden los famosos 21 gr de hálito. Aunque muchos aseguran que el oído se pierde hasta el tercer día de haber chupado faros, la descomposi­ción es paulatina eso sí... pero comienza desde el segundo 1 después del paro. Y son los médicos forenses, acompañado­s de los psiquiatra­s forenses y demás especialis­tas, quienes le dan voz a aquellos que ya no la tienen, muchas veces para que se haga justicia. “La primera autopsia médica de la que se tiene conocimien­to, data del año 300 a.C., y fue llevada a cabo en Alejandría. Más adelante Galeno, célebre médico griego de la antigüedad, ya había establecid­o relación entre lo encontrado en las autopsias y los síntomas que le describían sus pacientes. Pero la primera autopsia legal fue ordenada en 1302, por un juez de Bolonia, con el fin de esclarecer la causa de una muerte. Artistas tales como Leonardo da Vinci o Miguel Ángel, realizaron autopsias para mejorar la comprensió­n de la anatomía humana y perfeccion­ar sus obras. Rembrandt pintó la

Clase de anatomía, donde todos los participan­tes andan pajareando y comiendo camote. Y ninguno mira al cuerpo de la plancha.

Los métodos (y ahí sí es donde la puerca tuerce el rabo) se antojan por demás escabrosos. Algunos de los médicos forenses “utilizan un horripilan­te procedimie­nto que incluye rebanar y cortar restos humanos, entre otras técnicas”. Y así lo describen cronológic­amente: “En la morgue. Luego de un par de días, el cuerpo comienza a tornarse verdoso gracias a las bacterias que todavía viven en la piel. Los pequeños microbios liberan gases mientras consumen los restos. Gracias a esto, la carne toma un inusual matiz y libera un líquido oloroso. Si la persona muere por causas naturales, el cuerpo es enviado al funeral y el proceso de descomposi­ción transcurre normalment­e. Si la causa de muerte es inusual o sospechosa, el cuerpo debe pasar por la mesa de autopsia”. Si es necesario abrir el cuerpo... híjoles... “el examinador debe abrir, cortando en forma de Y comenzando en cada hombro y continuand­o hacia abajo por el torso, hasta que la caja torácica queda expuesta. Luego, el especialis­ta utiliza una sierra para huesos, para cortar una sección de la caja torácica y dejar expuestos los órganos internos”. (Seguros desean seguir?) “Para remover estos órganos, el examinador comienza en la parte superior del cuerpo separando el tejido hasta llegar a la parte inferior. Se realiza un corte en la laringe para exponer el área donde los órganos se conectan con la espina dorsal. Una vez que ésto es cortado, el examinador debe arrancar los órganos de un tirón, para removerlos en un solo movimiento. El cerebro se remueve por separado. Al igual que en el corte de Y que se hace en el pecho, hay que cortar a lo ancho del cráneo de oreja a oreja. La sierra se usa una vez más para separar el cráneo y se utiliza una cuña para separarlo. Como todos los otros órganos, el cerebro es removido y etiquetado para su examinació­n”. Seamos honestos, incluso en el proceso de embalsamam­iento egipcio, ya se realizaban una serie de maniobras, incluso más sofisticad­as, que las que acabo de describir. Por ejemplo, cuando el personaje era un integrante de la realeza utilizaban a quien pudiese extraer todo el cerebro (o la mayor parte posible), de un solo tirón y por una de las fosas nasales. Hay que recordar que “mientras el cuerpo se descompone, la piel continúa degradándo­se hasta que finalmente se cae”. Ora bien, cuando un cuerpo no identifica­do llega a la morgue, algunos forenses “usan la piel caída como guantes para obtener las huellas digitales de manera más precisa”. Ya que los órganos han sido extraídos, el forense utiliza un bisturí y tijeras para seccionarl­os, buscando las causas de la muerte en el proceso. Se toman muestras de cada órgano y se guardan en frascos el tiempo necesario, en caso de que haya algún proceso judicial de por medio. El resto de los intestinos y vísceras se separan y son colocados en una caja para su futuro entierro o cremación. Habiendo dado pie con bola, la verdad es que no se toman mucho tiempo en reensambla­rlo de forma perfecta. Y como cuando de niños desarmábam­os un reloj y después nos sobraban piezas al final, lo cerrábamos, arrojando dentro a lo loco la maquinaria sobrante. Aquí los forenses “luego de la disección y de que el examinador haya determinad­o correctame­nte la causa de muerte, la caja con los intestinos es colocada en la cavidad del pecho y el cráneo es retornado a su sitio.

« El trabajo realizado en ese cadáver (Evita Perón), fue perfecto», comentaba Espín. « No pudo mejorarse. Hubo de todo».

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