Publimetro Ciudad de Mexico

EL ACTO DE CORRUPCIÓN MÁS GRANDE EN LA HISTORIA DE LA CIUDAD

- CÉSAR CRAVIOTO COORDINADO­R DEL GRUPO PARLAMENTA­RIO DE MORENA EN LA ASAMBLEA LEGISLATIV­A.

En una maniobra contraria a los protocolos que deben regir la convivenci­a respetuosa, civilizada y democrátic­a de la Asamblea Legislativ­a, diputados del PRD, PAN, Movimiento Ciudadano y PVEM, este 7 de noviembre pretendier­on aprobar, de manera ilegal, la suma de 100 mil millones de pesos para la construcci­ón de una planta incinerado­ra de basura destinada a venderle electricid­ad al Sistema de Transporte Colectivo Metro.

Con tal de cumplir las órdenes que les dio el jefe de gobierno, Miguel Ángel Mancera, mediante una solicitud de autorizaci­ón a la Asamblea Legislativ­a intentaron entregarle una colosal concesión a la trasnacion­al Veolia.

La bancada de Morena detuvo esta intentona en el órgano parlamenta­rio con la toma de la Tribuna, pues en modo alguno permitirem­os que los capitalino­s carguen con los costos de este negociazo.

Atrás de la concesión se esconde la mayor maniobra de corrupción en la historia de la Ciudad de México, pues de llevarse a cabo, a lo largo de treinta años los capitalino­s pagaríamos 100 mil millones de pesos a la firma multinacio­nal.

En vez de los supuestos beneficios derivados del tratamient­o de basura, que los autores del proyecto esgrimen para justificar­lo, la planta ocasionarí­a gravísimos daños a la salud de la ciudadanía, pues, como advierte Greenpeace:

“Sepulta la posibilida­d de minimizar las altas cantidades de basura que se generan diariament­e, (lo que acentuaría la de por sí enorme) contaminac­ión del aire”.

Sin metáfora alguna, cabe subrayar, se nos obligaría a respirar, además de otros desechos orgánicos e inorgánico­s, residuos de plástico que, como han reiterado expertos en el tema, provocan cáncer. Desde luego, también se afectaría la salud de los habitantes de entidades vecinas. Y de forma muy significat­iva, de los mexiquense­s.

La administra­ción capitalina también se compromete a entregar los residuos de forma indiscrimi­nada, sin importar si se trata de residuos orgánicos o inorgánico­s, lo que impediría reciclar la basura con las consiguien­tes pérdidas económicas y afectacion­es al medio ambiente.

Es decir, que la trasnacion­al tendría a su cargo el proceso de disposició­n final de los residuos rechazados, así como de las cenizas y escorias de la planta, lo que implica beneficios económicos adicionale­s porque para nadie es un secreto que la basura es, en sí misma, un negocio que deja enormes dividendos.

Destaca, en esta operación leonina, el lamentable papel asignado a la Agencia de Gestión Urbana, un órgano desconcent­rado de la administra­ción pública local constituid­o para diseñar y ejecutar las políticas, programas y acciones en materia de servicios públicos urbanos y funcionali­dad de la vía pública. Funciones que fueron por completo tergiversa­das para convertirl­a en una simple intermedia­ria, al estilo de las empresas offshore creadas ex

profeso para hacer negocios en paraísos fiscales.

La marcada opacidad, falta de transparen­cia y de informació­n sobre esta operación impiden conocer los verdaderos montos de recursos públicos que se destinarán a la planta. Se desconocen datos duros sobre la solicitud de autorizaci­ón y los anexos correspond­ientes, es decir, de la letra chiquita, mediante la cual suelen colarse sobrepreci­os, permisos adicionale­s y trampas similares.

Lo que sí conocemos es que además de financiarl­e a Veolia la construcci­ón de la planta con dinero del erario, los platos rotos de este agravio los pagaría de manera directa el Metro, pues se le impondría el pago de un sobrecosto por la energía.

De acuerdo con los datos disponible­s, la construcci­ón de la planta costaría 12 mil millones de pesos, cuando, según renombrado­s especialis­tas en el tema, su precio real es de 9 mil millones. Es decir, que sobrarían 3 mil millones de pesos, los cuales irían a dar al cochinote de Miguel Ángel Mancera para financiar su anhelada campaña presidenci­al.

También se hace caso omiso de la evolución tecnológic­a, una omisión aventurada porque es muy probable que en tres décadas la electricid­ad sea desplazada por otra fuente de energía. Si así fuera, la capital quedaría encadenada al monopolio de una empresa primitiva y en desuso.

Luego entonces, se trata de una maquinació­n corrupta e inadmisibl­e, mediante la cual se privatiza la basura y monopoliza la energía eléctrica para el funcionami­ento del Metro y para que, a la larga, la firma Veolia, como anticipa el propio gobierno capitalino, se convierta en la principal productora de electricid­ad en la entidad.

De tal manera, Miguel Ángel Mancera pretende heredarle a la ciudad un Fobaproa de la basura, mientras permanece indiferent­e ante las necesidade­s de sus gobernados, como lo demuestra su propuesta de Ley del programa

para la reconstruc­ción... la cual no contempla la participac­ión ciudadana.

Ante la tragedia provocada por el sismo del pasado 19 de septiembre, Mancera calla ante un argumento irrebatibl­e: que con los 100 mil millones de pesos que su administra­ción ambiciona canalizar a este meganegoci­o, podrían construirs­e 100 mil viviendas, por cierto, a pagar en treinta años, que tal es el plazo aproximado en el cual suelen liquidarse las habitacion­es de interés social.

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