MENSAJE NAVIDEÑO DEL GERENTE
Agustín Carstens ha iniciado su gestión como gerente general del Banco de Pagos Internacionales (BIS) mandando a México un triple mensaje. Hay que cuidar lo positivo que hay en la economía mexicana, hay que combatir la corrupción y llevar de una vez a México a un estado de derecho, y hay que conservar la autonomía del Banco de México. El análisis no resulta trivial en una Navidad donde la elección de 2018 estará en la mesa de muchos mexicanos.
En una entrevista con Bloomberg Magazine, probablemente la más amplia que ha concedido el mundialmente famoso ex gobernador del Banco de México, Agustín Carstens, indica en qué pensar cuidadosamente cuando optemos el próximo año por un proyecto de nación.
Desde su perspectiva, hay que cuidar lo mucho de bueno que tiene la economía mexicana. Sí que el 2017 no ha sido el mejor año, pero es cierto que seguimos creciendo. De manera mediocre, pero creciendo al fin. También es cierto que, en gran parte merced al trabajo de Carstens, la inflación se ha mantenido baja y estable.
Entre los puntos que Carstens menciona como fortaleza es que hay disciplina fiscal. No lo menciona, pero uno de los hitos de la administración Peña Nieto es que redujo dramáticamente la dependencia de las finanzas públicas a los ingresos petroleros.
Un segundo gran punto para el gerente general del banco de bancos nacionales es que urge que México tenga un compromiso para abolir la corrupción y fortalecer el estado de derecho. Si bien hay controversia respecto a que esto sea suficiente para salir del anquilosamiento, sí es claro que sin el combate frontal a la corrupción se pierden recursos importantes y se deja de incentivar el esfuerzo.
Como tercer punto, Carstens enfatiza que para que la economía siga su larga, pero positiva marcha, es importante que la autonomía del banco central se conserve. Pocas cosas serían más dañinas que un gobierno federal interesado en que las decisiones políticas influyan en las económicas.
¿Cómo se colocan los candidatos frente a este triple reto? Hay luces y sombras. Meade fue el artífice de la reforma fiscal que logró que finalmente México no dependa de sus ingresos petroleros. López Obrador ha insistido desde hace mucho en colocar en el eje de su propuesta el combate a la corrupción.
Ambos son reacios al espíritu democrático de sacar las manos de las instituciones autónomas. López Obrador, se sabe, es él y poco más. Se dice que Urzúa dejó la Secretaría de Finanzas del DF harto de no ser escuchado y de que decisiones políticas mandaran sobre las económicas. Hoy tienen ambos una segunda oportunidad, suponemos que esto habrá quedado sobre la mesa.
Meade es también él y poco más. La manera como violentó la autonomía de Inegi es un anticipo del ejercicio central del poder y sus ánimos de no dejar pieza suelta. Peor si sabemos que de no haber sido el candidato, habría sido gobernador del Banco. Es difícil no verlo tomando ambas posiciones a la vez, Jefe del Ejecutivo y Gobernador del Banco de México.