NIÑO ÍNDIGO O MÉNDIGO
¿Qué hay detrás de esos niños que aparentemente muestran una inteligencia desbordada o un talento avasallador para alguna de las bellas artes?
Primero hay que ponernos de acuerdo, ¿de qué estamos hablando? Y para no perdernos en la semántica, separemos en varios grupos este tipo de talentos. Primero hablemos de personas “que tienen un coeficiente intelectual promedio”, hay que aclarar que este valor puede variar mucho dependiendo el tipo de prueba que se realice. Después, están las personas con inteligencia “ligeramente superior”. Luego vienen los dotados, los superdotados, y con mayor inteligencia aún: los genios. Y se llama genios a los que verdaderamente dominan cualquier materia. Dotados a los que sobresalen en una. Cinematográficamente se les muestra brillantes pero poco sociables y, a veces, muy inmaduros emocionalmente hasta una edad posterior a los demás niños.
Ahora bien ¿qué es realmente un prodigio? La psicóloga de la Universidad Estatal de Ohio, Joanne Ruthsatz, ha optado por estudiar a estos niños, tan poco ordinarios “como 1 en 5 millones”. Su estudio se ha basado en la observación y seguimiento de 30 niños. El primero fue un pequeño de dos años que podía tocar música tras haberla escuchado, cuando puso a prueba su coeficiente intelectual lo que más sorprendió fue su increíble memoria de trabajo, además de su alto coeficiente”. Ruthsatz sacó estas conclusiones:
– Una memoria excepcional. En un estudio de ocho prodigios cada uno tenía una capacidad de memoria de trabajo en el percentil 99.
– Atención al detalle. Como si se tratara de personas con autismo, de hecho, más del 50% de ellos tienen un miembro de la familia en la escala de autismo, señala la investigación de Ruthsatz.
– Inteligencia generalmente elevada. Ruthsatz dice que los prodigios tienen una gama de CI 100-147, con una media de alrededor de 128.
– Altos niveles de altruismo. Tienden a ser mucho más altruistas que la población en general. Además de que los niños prodigio suelen tener habilidades profesionales antes de los 10 años, generalmente en campos como la música, las matemáticas, el arte y el ajedrez. Ahora bien, la pregunta del millón: “¿Nacen o se hacen?” Aquí, como si se tratase de la Procu mexicana, hay varias líneas de investigación. Una de ellas asegura que esto es genético, para otros el ambiente en el que un niño se desarrolla también influye. También puede ser una combinación. Podemos tener mentes brillantes en varias áreas del conocimiento o sobredotados intelectualmente, que son los más comunes. El CI (coeficiente intelectual) es una manera de medirlo, pero cuando vemos el CI de gemelos idénticos que no crecieron juntos, vemos que también influye la familia y el ambiente. Hay casos en que es genético, ¡¡¡tienen el potencial, pero nunca se le detona!!! Muchos piensan que “no es bueno tener todo ese potencial y luego NO hacer nada con él”. Pero atáquense, si a puro coeficiente intelectual nos remitimos, hay un examen que se hace, incluso vía Internet, para la organización paradójicamente llamada MENSA (por su siglas en inglés) en donde se ha descubierto que muchos de quienes tienen el nivel intelectual más elevado no llegan a hacer lo que la sociedad occidental considera grandes cosas: alguno repara lanchas, otro colecciona anzuelos, etcétera. Sin poder asegurar de forma absolutamente egocéntrica que nosotros como sociedad tenemos la razón, nos empeñamos en recomendar la detección temprana que incrementa las oportunidades de aprender, de ser productivos y de hacer “cosas grandes e importantes” para el sistema. Aquí algunos de los más inteligentes de la historia: Wolfgang Amadeus Mozart, quien a los cuatro años demostró una “capacidad prodigiosa en el dominio de instrumentos de teclado y del violín”. A los cinco años “ya componía obras musicales y sus interpretaciones eran del aprecio de la aristocracia y realeza europea. A los ocho años compuso su primera sinfonía y a los 12 su ópera, a los 17 años fue contratado como músico en la corte de Salzburgo. Murió a la edad de 35 años y compuso más de 600 obras”.
Vive rápido, muere joven. ¿Otro? William Rowan Hamilton, chavillo que ya “muchilingüe” a los cinco años. Originario de Irlanda, nació en 1805. A los cinco años dominaba el latín, griego y hebreo. A la edad de 13, sabía 13 idiomas diferentes incluyendo sánscrito, persa, italiano, árabe y lenguas indígenas. “A sus 15 años, Hamilton encontró errores, mientras estudiaba las obras del matemático francés PierreSimon, marqués de Laplace. Fue nombrado profesor de Astronomía, director del Observatorio Dunsink y astrónomo real de Irlanda, siendo todavía estudiante universitario. Su mayor contribución incluye una teoría de la dinámica y los cuaterniones, que viene siendo un método utilizado para el espacio tridimensional de las matemáticas. Es considerado el matemático más grande de Irlanda, fue nombrado caballero en 1835 y murió en 1865.
“Ni una inteligencia sublime, ni una gran imaginación, ni las dos cosas juntas forman el genio; amor, eso es el alma del genio”
Mozart