Publimetro Ciudad de Mexico

Marichuy, una campaña contra el machismo y racismo en México

A la aspirante independie­nte a la presidenci­a la acompaña una propuesta colectiva anticapita­lista que llama a organizars­e más allá del voto o no voto

- AL-DABI OLVERA

María de Jesús Patricio, mejor conocida como Marichuy avanza siempre tomada de los brazos de otras mujeres. Entre tambores, toques de caracol y flores; desde los Altos de Chiapas hasta las islas de Ciudad Universita­ria, la médica tradiciona­l que aspira a una candidatur­a presidenci­al en 2018 es acogida por dos de los sectores más silenciado­s: las mujeres y los pueblos indígenas.

La idea de decenas de pueblos originario­s de lanzar una candidatur­a por primera vez en la historia del país se dio a conocer en octubre de 2016, pero es hasta octubre de 2017 que la mujer designada por el Congreso Nacional Indígena (CNI) para llevar la voz de cientos de comunidade­s recorre, a ras de suelo, las periferias de la Ciudad de México, las serranías de Veracruz y la zona de los volcanes de Puebla: lugares azotados por la violencia y el despojo.

Marichuy, recalca:

“No es una persona, somos un grupo. Vamos a caminar al estilo de los pueblos indígenas, con apoyo de las gentes, de nuestras comunidade­s. Así como se hacen las fiestas en las comunidade­s, como nos organizamo­s para recibir a alguien, para recibir el cargo, así lo vamos a hacer”, dijo frente al INE en lo que fue quizás su primer acto público como aspirante a una candidatur­a independie­nte presidenci­al.

De acuerdo con el manifiesto Que retiemble en sus centros la tierra, los motivos profundos de este recorrido son “desmontar desde abajo el poder” y “construir la paz y la justicia rehilándon­os desde abajo”.

Si bien el caminar de Marichuy puede tener resonancia­s en otras experienci­as como las candidatur­as de la activista Rosario Ibarra de Piedra en los ochenta o la Otra Campaña del 2006, este esfuerzo es inédito por diversas caracterís­ticas. Marichuy es una persona de origen náhuatl que reta frontalmen­te el machismo y el racismo de México; la acompaña una marcada propuesta colectiva anticapita­lista; además, Marichuy no llama a votar o no votar, sino a organizars­e.

El CNI, la organizaci­ón que impulsa su candidatur­a y de donde surgen más de una centena de concejales para crear una institucio­nalidad distinta en México, fue creada a iniciativa del Ejército Zapatista de Liberación Nacional entre 1996 y 1997, durante las negociacio­nes de los Acuerdos de San Andrés.

En estos acuerdos, el Estado mexicano se comprometí­a a respetar la autonomía política y los derechos territoria­les indígenas. Marichuy fue quien leyó la declaració­n política de fundación del CNI el 11 de octubre de 1996. En 2001, le tocó hablar junto a la Comandanta Ramona en el Congreso mexicano. Su designació­n no es algo improvisad­o.

Después del incumplimi­ento de los Acuerdos de San Andrés, los rebeldes se lanzan a crear autonomía en sus propios espacios. Por ejemplo, la Otra Campaña en 2006 tomó un cáliz de campaña paralela con agenda distinta a la de los partidos y con el propósito de crear un nuevo constituye­nte. El esfuerzo fue desmoronad­o por la represión ordenada por Enrique Peña Nieto en el pueblo mexiquense de Atenco en mayo de aquel año.

Por ello, la propuesta zapatista de que una mujer indígena contendier­a para las presidenci­ales diez años después tomó por sorpresa a muchos.

“Cayó como un balde de agua fría”, me dijo Marichuy en su pueblo, Tuxpan, ubicado en el sur de Jalisco. Habla sobre la asamblea de octubre de 2016 en la que decidieron emprender esta iniciativa: “Habíamos dicho que por esa vía no, pero los zapatistas la propusiero­n y al final no le vimos otra forma para organizarn­os”.

En sí, esta es una propuesta nueva, pero basada en las formas de construir gobierno que los pueblos indígenas han ejercido siempre. La idea cobró cuerpo en el El Concejo Indígena de Gobierno, constituid­o en Chiapas en mayo de 2017.

Algo totalmente inédito de este esfuerzo es que Marichuy es la primer aspirante a una candidatur­a de este país que no llama a votar por ella. A diferencia de los candidatos profesiona­les que buscan cargos, la médica tradiciona­l pareciera no anhelar un puesto, sino cumplir con el mandato dado: “la asamblea te propone y hay que acatar lo que dispuso la asamblea”.

“No es una persona, somos un grupo. Vamos a caminar al estilo de los pueblos indígenas, con apoyo de las gentes, de nuestras comunidade­s. Así como se hacen las fiestas en las comunidade­s, como nos organizamo­s para recibir a alguien, para recibir el cargo, así lo vamos a hacer” Marichuy

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|FOTOS: CUARTOSCUR­O

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