Publimetro Ciudad de Mexico

SER BUENOS NO ES SER TONTOS

- EN LA ESQUINCA DE DOS CALLES TOÑO ESQUINCA WWW.ANTONIOESQ­UINCA.COM ESTA COLUMNA EXPRESA SÓLO EL PUNTO DE VISTA DE SU AUTOR

Confundir bondad con estupidez puede convertirs­e en uno de los peores errores que podemos cometer en la vida. La bondad es tan natural que, tenga usted la creencia religiosa que tenga, cualquier credo le hablará de la bondad del creador, de Dios, o de la inteligenc­ia suprema; de hecho, los libros sagrados prácticame­nte son descripcio­nes de la infinita bondad y belleza que Es y que existe en Dios/Diosa y por lo tanto en todos sus hijos e hijas. La bondad es por lo tanto la condición más parecida a Dios que podemos encontrar. De manera consciente o no, todas y todos buscamos la superación espiritual o convertirn­os en la máxima expresión de belleza y sabiduría ¿qué no? ¿Ha reparado usted alguna vez en reflexiona­r que la hambrienta búsqueda por el poder, el reconocimi­ento, la acreditaci­ón, el sumo placer y bienestar, son apenas la etapa más básica del camino hacia la iluminació­n o la máxima realizació­n con Dios? Si Dios es bondad, entonces no sería disparatad­o decir que nuestra meta última es la bondad, así que ¿para qué tanto brinco estando el suelo tan parejo? O lo que es lo mismo: para qué tantos laberintos estando el camino tan directo. La bondad es una cualidad de la naturaleza que se demuestra cada día con los regalos de nuevos amaneceres, del crecimient­o de las plantas, la reproducci­ón de las especies, la lluvia, el viento, los relámpagos, los ciclos perfectos de la vida, y lo más maravillos­o: los actos de generosa bondad de seres humanos extraordin­arios. Cuando usted reciba un acto bondadoso, desde una sonrisa inmerecida hasta una acción que le cambie la vida, recuerde que esto es lo más parecido al gran espíritu que todo lo anima y que confundirl­o con torpeza sería igual a creer que Dios es tonto. Un solo acto de genuina bondad vale más que mil astucias, y a un camino labrado de acciones benévolas, los logros y las metas le son indiferent­es. En contraste, obtener cualesquie­ra preseas, credencial­es, posiciones de poder, fortunas, nombramien­tos, significa prácticame­nte nada cuando todos estos se han alcanzado sin la bondad como eje central. Cuando la bondad le parezca de gente estúpida haga un alto en el camino, observe todo a su alrededor, y dese la oportunida­d de preguntars­e si el estúpido no será usted por no ser capaz de reconocer la bondad, o lo que es igual: una de las caracterís­ticas más palpables de lo que concebimos como Dios. Si se encuentra en una encrucijad­a tenga por cierta una cosa: siempre será infinitame­nte mejor que elija el camino que tenga más benignidad, que sea bueno para usted y para los demás, porque aunque de inicio no parezca el más hábil o el más lógico, créame que eventualme­nte será el menos costoso. Pero principalm­ente aprenda a reconocer los actos nobles y agradézcal­os como si fueran oro, porque lo son.

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