SER BUENOS NO ES SER TONTOS
Confundir bondad con estupidez puede convertirse en uno de los peores errores que podemos cometer en la vida. La bondad es tan natural que, tenga usted la creencia religiosa que tenga, cualquier credo le hablará de la bondad del creador, de Dios, o de la inteligencia suprema; de hecho, los libros sagrados prácticamente son descripciones de la infinita bondad y belleza que Es y que existe en Dios/Diosa y por lo tanto en todos sus hijos e hijas. La bondad es por lo tanto la condición más parecida a Dios que podemos encontrar. De manera consciente o no, todas y todos buscamos la superación espiritual o convertirnos en la máxima expresión de belleza y sabiduría ¿qué no? ¿Ha reparado usted alguna vez en reflexionar que la hambrienta búsqueda por el poder, el reconocimiento, la acreditación, el sumo placer y bienestar, son apenas la etapa más básica del camino hacia la iluminación o la máxima realización con Dios? Si Dios es bondad, entonces no sería disparatado decir que nuestra meta última es la bondad, así que ¿para qué tanto brinco estando el suelo tan parejo? O lo que es lo mismo: para qué tantos laberintos estando el camino tan directo. La bondad es una cualidad de la naturaleza que se demuestra cada día con los regalos de nuevos amaneceres, del crecimiento de las plantas, la reproducción de las especies, la lluvia, el viento, los relámpagos, los ciclos perfectos de la vida, y lo más maravilloso: los actos de generosa bondad de seres humanos extraordinarios. Cuando usted reciba un acto bondadoso, desde una sonrisa inmerecida hasta una acción que le cambie la vida, recuerde que esto es lo más parecido al gran espíritu que todo lo anima y que confundirlo con torpeza sería igual a creer que Dios es tonto. Un solo acto de genuina bondad vale más que mil astucias, y a un camino labrado de acciones benévolas, los logros y las metas le son indiferentes. En contraste, obtener cualesquiera preseas, credenciales, posiciones de poder, fortunas, nombramientos, significa prácticamente nada cuando todos estos se han alcanzado sin la bondad como eje central. Cuando la bondad le parezca de gente estúpida haga un alto en el camino, observe todo a su alrededor, y dese la oportunidad de preguntarse si el estúpido no será usted por no ser capaz de reconocer la bondad, o lo que es igual: una de las características más palpables de lo que concebimos como Dios. Si se encuentra en una encrucijada tenga por cierta una cosa: siempre será infinitamente mejor que elija el camino que tenga más benignidad, que sea bueno para usted y para los demás, porque aunque de inicio no parezca el más hábil o el más lógico, créame que eventualmente será el menos costoso. Pero principalmente aprenda a reconocer los actos nobles y agradézcalos como si fueran oro, porque lo son.