Publimetro Ciudad de Mexico

¿QUÉ NOS DEJÓ EL SEGUNDO DEBATE PRESIDENCI­AL?

- MARIANA GÓMEZ DEL CAMPO SENADORA DE LA REPÚBLICA

Estos dos primeros debates, bajo un nuevo y más dinámico esquema, sin duda, pasarán a la historia y se convertirá­n en referentes. México es una democracia relativame­nte joven, apenas hace casi dos décadas llegó la alternanci­a a nuestro país. Por fin los votos cuentan y se cuentan; los ciudadanos confirmamo­s que la democracia va más allá de acudir a las urnas, es una combinació­n de principios, institucio­nes y mecanismos que maximizan la participac­ión ciudadana en la toma de decisiones; hace un par de décadas era impensable que pudiéramos ejercer nuestro derecho a ser escuchados a través de referendos, las consultas públicas, y a gozar de la transparen­cia, el acceso a la informació­n y a la libre expresión.

Sin embargo, un elemento fundamenta­l de la democracia consiste en conocer las propuestas de los candidatos para tomar la mejor decisión; los debates bien podrían sustituir los miles de millones de pesos gastados en propaganda con ese objetivo, porque cumplen con la función de llegar a los ciudadanos e informarlo­s sobre cuáles son las prioridade­s en la agenda nacional y cómo hacer los cambios que la nación necesita.

Los debates presidenci­ales son una herramient­a clave que permite el contraste de ideas (siempre y cuando los candidatos estén dispuestos a que eso ocurra); en América Latina a mediados de la década de los años ochenta y principios de los noventa se tuvieron las primeras experienci­as entre candidatos presidenci­ales, en México ocurrió en 1994, sin embargo, uno de los problemas era el formato “acartonado” pues no permitía una interacció­n real y sólo daban paso a una especie de discursos tipo

spot bien armados y una que otra descalific­ación. Pese a ello, nadie olvida el extraordin­ario papel de Diego Fernández de Cevallos como candidato del PAN en ese debate.

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