SER PARA SERVIR Y SERVIR PARA VIVIR
Si se siente solo, triste, deprimido, aburrido, sin sentido, abatido, sin alternativas, con pocas ganas, sin amor propio, abrumado por los problemas que no sabe cómo o por dónde empezar a resolver, atestado por las creencias de la conciencia de rebaño que le indican que ya se le hizo tarde, o que está demasiado temprano, que ya está viejo para ciertas cosas –principalmente para volver a empezar– o demasiado gordo, demasiado flaco, demasiado bonito o demasiado feo. Demasiado rico o demasiado pobre; si se siente atorado, como un motor al que se le atascan los engranes, entonces sólo tiene una salida: comience a servir. Busque en dónde ser útil –que créame que lugares y situaciones sobran– deje por un instante la idea de servirse, de hacer para tener, de buscar retribuciones y compensaciones para todo, y sólo esté dispuesto a dar, a darse, a ofrecer lo que mejor sepa hacer, sin esperar nada, ni siquiera las gracias, ni reconocimiento, ni aplausos, ni medallas. Ese será precisamente el lugar que necesita para comenzar a girar su rueda para otro rumbo, porque ahí no reforzará esa parte de su personalidad que a la vez que le da satisfacciones de cierto tipo, le hace sentir eternamente insuficiente, incompleto, insatisfecho, en constante competencia y comparación. Sirviendo es como podrá darle salida a su esencia bondadosa, genuina y generosa; la parte unificada de usted. Sirva para que se dé cuenta de cómo su energía puesta en lo que usted elija hacer crecer es muy efectiva; de esta manera podrá ser consciente de los monstruos que alimenta en su interior. Sirva sin interés para que vea lo que es capaz de construir limpiamente, sin un fin, sin una agenda oculta, sin una persecución obsesiva, sin ir en pos de la cansadísima construcción de la personalidad a la que siempre busca que le aplaudan, sirva para que se pueda ver a sí mismo/a en el espejo de su propia benignidad reflejada en alguien que tal vez ni conozca. Por lo tanto sirva para trascender. Sirva para que todos sus llamados males poco a poco se conviertan en bienes con la magia de mantener la mente ocupada en algo constructivo, y con la maravillosa alquimia de ver que aquello de lo que tanto se queja tal vez sea lo mejor que a otras personas les ha ocurrido en mucho tiempo: todo es cuestión de enfoques. Y también para que al mover de lugar aquello que usted carga y que en vez de construirle le destruye, se convierta en un inigualable combustible para los sueños de alguien más: recuerde su unidad indivisible con la vida. Si sus pensamientos están consumiéndole tiempo y energía en nada que brille o que le haga sentir mejor, y que está regalando sus dones a otros entonces diríjalos conscientemente sirviendo.