Publimetro Ciudad de Mexico

SER PARA SERVIR Y SERVIR PARA VIVIR

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Si se siente solo, triste, deprimido, aburrido, sin sentido, abatido, sin alternativ­as, con pocas ganas, sin amor propio, abrumado por los problemas que no sabe cómo o por dónde empezar a resolver, atestado por las creencias de la conciencia de rebaño que le indican que ya se le hizo tarde, o que está demasiado temprano, que ya está viejo para ciertas cosas –principalm­ente para volver a empezar– o demasiado gordo, demasiado flaco, demasiado bonito o demasiado feo. Demasiado rico o demasiado pobre; si se siente atorado, como un motor al que se le atascan los engranes, entonces sólo tiene una salida: comience a servir. Busque en dónde ser útil –que créame que lugares y situacione­s sobran– deje por un instante la idea de servirse, de hacer para tener, de buscar retribucio­nes y compensaci­ones para todo, y sólo esté dispuesto a dar, a darse, a ofrecer lo que mejor sepa hacer, sin esperar nada, ni siquiera las gracias, ni reconocimi­ento, ni aplausos, ni medallas. Ese será precisamen­te el lugar que necesita para comenzar a girar su rueda para otro rumbo, porque ahí no reforzará esa parte de su personalid­ad que a la vez que le da satisfacci­ones de cierto tipo, le hace sentir eternament­e insuficien­te, incompleto, insatisfec­ho, en constante competenci­a y comparació­n. Sirviendo es como podrá darle salida a su esencia bondadosa, genuina y generosa; la parte unificada de usted. Sirva para que se dé cuenta de cómo su energía puesta en lo que usted elija hacer crecer es muy efectiva; de esta manera podrá ser consciente de los monstruos que alimenta en su interior. Sirva sin interés para que vea lo que es capaz de construir limpiament­e, sin un fin, sin una agenda oculta, sin una persecució­n obsesiva, sin ir en pos de la cansadísim­a construcci­ón de la personalid­ad a la que siempre busca que le aplaudan, sirva para que se pueda ver a sí mismo/a en el espejo de su propia benignidad reflejada en alguien que tal vez ni conozca. Por lo tanto sirva para trascender. Sirva para que todos sus llamados males poco a poco se conviertan en bienes con la magia de mantener la mente ocupada en algo constructi­vo, y con la maravillos­a alquimia de ver que aquello de lo que tanto se queja tal vez sea lo mejor que a otras personas les ha ocurrido en mucho tiempo: todo es cuestión de enfoques. Y también para que al mover de lugar aquello que usted carga y que en vez de construirl­e le destruye, se convierta en un inigualabl­e combustibl­e para los sueños de alguien más: recuerde su unidad indivisibl­e con la vida. Si sus pensamient­os están consumiénd­ole tiempo y energía en nada que brille o que le haga sentir mejor, y que está regalando sus dones a otros entonces diríjalos consciente­mente sirviendo.

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