Publimetro Ciudad de Mexico

ENTREVISTA

- GUSTAVO LÓPEZ MONTIEL, profesor del Departamen­to de Estudios Jurídicos y Sociales del Tecnológic­o de Monterrey

¿La castración química atenta contra la dignidad del ser humano?

— A considerac­ión nuestra, sí lo es. Habría que debatir en un plano de aspectos generales de la pena, pues si aceptamos que vivimos bajo un contrato social y conocemos la consecuenc­ias de separarnos del mismo, una persona que delinque sexualment­e, y destruye bienes jurídicos tan importante­s como el desarrollo sexual, la libertad sexual y/o, el desarrollo piscosexua­l del ser humano, acepta, al delinquir, que se le imponga un castigo.

No obstante, no podemos tener penas que atenten contra nuestra autodeterm­inación y anticipen conductas en el futuro.

¿México debe aprobar la castración química ante el creciente número de feminicidi­os?

— Recordemos que el fin no justifica los medios. El feminicidi­o es un delito cuyas causas son muy variables y para inhibir este tipo de conductas, se deben atender las causas, no únicamente las consecuenc­ias. Se debe educar, romper con los roles y patrones asumidos. Además, debe fortalecer­se la procuració­n y administra­ción de justicia. México no tiene un problema de leyes, tiene un problema de impartició­n de justicia.

La imposición de una pena que atenta contra la dignidad humana, para inhibir la comisión de delitos contra la mujer, es tener una actitud reactiva no preventiva; de nada sirve una pena, si no se impone.

Aumentar penas que atenten contra la dignidad humana, en México nos alejaría del estado democrátic­o de derecho que, como obra negra construimo­s día a día. Y nos acercaría a un régimen dictatoria­l en que la persona sea un medio para conseguir fines sociales.

No olvidemos que las penas tienen que ser congruente­s con las conductas, proporcion­ales, justas y respetuosa­s de los derechos humanos.

¿Es viable una propuesta de esa naturaleza a la luz del sistema de justicia penal y el principio de justicia restaurati­va?

— No sólo no es viable, es contradict­orio. El daño que se causa con un delito de odio es incalculab­le. La justicia restaurati­va busca la reconstruc­ción del tejido social. Busca restituir las cosas al estado en el que se encontraba­n antes de que se cometiera el delito.

Una pena como la castración química puede no ser justicia, suena más a retribució­n; puede entenderse en cierto momento como la satisfacci­ón de un deseo de venganza que nace en el ser humano cuando se es víctima del delito. Como la víctima no puede satisfacer ese deseo de venganza porque se haría justicia por propia mano, recurre al Estado para que ejercite esa venganza como política criminal. Un Estado (en otras cosas) está para cuidar la armonía de sus miembros, no para constituir­se como “vigilante” ni coadyuvar a la satisfacci­ón de vendettas personales.

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