¿QUÉ TAN BUENOS SOMOS CON LAS PROBABILIDADES?
Pongamos un ejemplo, si el día de hoy por la mañana el meteorólogo dijera: “Existe un 30% de probabilidad de lluvias.” ¿Sacarías o no un paraguas? De este supuesto analizaremos dos lecciones.
¿Cómo tomamos la decisión?
Considerando que en esta ciudad la época de lluvias ya no está atada a las estaciones, y que el costo que implica cargar un paraguas es bajo, seguramente lo cargarías. No te genera pesar llevar un paraguas ligero que no sea estorboso.
Si la decisión implicara un gasto, deberíamos tomar en cuenta: ¿qué tanto me afectaría mojarme? ¿Cuánto cuesta el paraguas? ¿Qué tanto confío en ese estimado?
A su vez, el precio de los paraguas se vería afectado por otras variables como el impacto de la oferta y demanda, inmediatez, entre otros.
Como ilustramos en este caso, día a día tomamos decisiones sin ahondar mucho en todas las variables, de forma visceral o instintiva, es a esta reacción inmediata a la que debemos poner en tela de juicio cuando la decisión es relevante.
Tal vez la lluvia sea un escenario de emergencia, el precio de la ayuda sea considerablemente más alto en comparación a un paraguas, y un 30% de probabilidad de ocurrencia simplemente no sea tan tolerable.