Publimetro Ciudad de Mexico

¿La modernidad ha cambiado la esencia del futbol?

- FERNANDO RUIZ DEL VALLE Metro World News

Los años han pasado, y aunque el carácter recio que mostraba en la cancha se ha moderado un poco, su profundo amor por la camiseta blaugrana, la comunidad catalana y su antimadrid­ismo están intactos.

Considerad­o como el mejor que ha jugado para la selección de su país a la que llevó al cuarto puesto hace 24 años en la cita mundialist­a, Stoichkov se mantiene como un referente del barcelonis­mo que ha trascendid­o entre las generacion­es que vieron en acción al dream team de Johan Cruyff, a la que se maravilló con los goles de Ronaldo Nazario y, finalmente, la que disfrutó el Tiki-Taka del equipo de Josep Guardiola.

Durante una breve visita a Guatemala en la que participó en actividade­s organizada­s por la Asociación Nacional del Café (Anacafé), el ex delantero de 52 años remarcó que el Balón de Oro que ganó en 1994 fue “un premio individual”, pero que fue gracias “a toda la afición de Bulgaria que apoyaba a nuestra selección, a mis compañeros de equipo, al Barça y a la gente de Cataluña”.

Junto con esto, Stoichkov remarcó que, a diferencia del Real Madrid, el Barcelona no ha “vendido” la identidad del club con los jóvenes de su cantera y que eso ha sido clave en su éxito.

“Cuando tienes a ese talento como el grupo de Xavi (Hernández), (Carles) Puyol y (Víctor) Valdés te das cuenta que no tienes que copiarle nada a nadie, y que por eso el Barça es el mejor”, dijo el búlgaro, quien resaltó la figura de Messi.

“A él lo conocí cuando tenía 12 años y llegó a La Masía... pocas personas saben que detrás del futbolista fuera de serie que es hay una persona que es mucho más grande”, asegura.

¿Qué te representa haber jugado para la mejor selección búlgara de todos los tiempos?

— Un orgullo, porque aunque era un país pequeño, representa­ba a seis millones de personas en la que no solamente Stoichkov destacó, también lo hicieron (Petar) Zhekov y (Georgi) Slavkov, como ganadores de la Bota de Oro antes que yo (1990). Lo mejor es que fue un trabajo en equipo en el que queda la amistad que se formó en el vestuario, una familia.

¿Qué fue lo más importante que aprendiste de Cruyff?

— Muchas cosas, como la mentalidad ganadora de ese dream team que enamoró a muchos, no sólo durante los 90 minutos, sino día tras día en el campo de entrenamie­nto. Tenerlo ahí cerca, a casi un metro, te ayudaba a estar más concentrad­o para dar el pase o el remate, entre sus virtudes estaba el saber que el partido no se ganaba el sábado o el domingo, sino durante toda la semana. — Ahora es diferente porque hay más cables y el entrenador casi no participa, sino que desde arriba le dicen izquierda o derecha. Hay más tecnología que hace que el futbolista se meta más en otra temática al decirle que tiene que jugar en un cuadro y eso hace sufrir a varios porque se les maneja mal. Tuve la suerte de que Johan trabajaba todos los días y, a diferencia de ahora, había tiempo para sacar lo mejor de un jugador.

¿Ese gol de tiro libre que le anotaste a Alemania en los cuartos de final del Mundial de 1994 es el más importante de tu trayectori­a con Bulgaria?

— Hay muchos, hice 37 con la selección, pero ese significa mucho para mí... mi hija mayor (Mihaela) cumple años en esa fecha (10 de julio) y recuerdo que antes del partido la llamé y me dijo “papá, marca un gol por mi cumpleaños”.

Cobré la falta y nos dio el empate y a partir de ahí logramos darle la vuelta al marcador... con el equipo que Bulgaria tenía entonces era obligatori­o pasar en esa ronda.

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