¿QUÉ TAN FELICES SOMOS?
Aprovechemos este 14 de febrero para reflexionar sobre la felicidad, ya que se celebra uno de los aspectos de la vida al que más se le achacan motivos para la dicha o la plenitud. A finales de los 80, el Departamento de Psicología Experimental de la Universidad de Oxford realizó un estudio llamado Inventario de
la Felicidad. Uno de los datos que arroja es que resulta fundamental que se cumplan ciertos elementos fisiológicos determinantes para una condición de bienestar en la química cerebral y para el equilibrio psicoemocional que permitan percibir la realidad de una manera objetiva y sin depresión o ira profundas. Otro tanto corresponde a las condiciones de bienestar material: casa, vestido y sustento. Llama la atención que tener o no este basamento marca una tremenda diferencia en la escala de felicidad. Es decir, no tener las condiciones fisiológicas o materiales que representen equilibrio, armonía y bienestar, puede definir el inventario de felicidad, que más bien podría ser todo lo contrario: un inventario de infelicidad.
Pero una vez cubiertas estas condiciones existe muy poca diferencia entre lo que denominamos ser o no ser felices Esto quiere decir que cuando somos conscientes de aquello que tenemos y también de lo que no tenemos, podemos encontrar que somos o podríamos ser mucho más felices de lo que creemos. Cuando somos capaces de reconocermás tesoros internos (joyas intelectuales, emotivas y de crecimiento interno), tenemos una extensión prácticamente infinita de posibilidades de felicidad. Por eso es muy interesante hacer este inventario y descubrir qué tan dichosos podríamos ser tan sólo al darnos cuenta de aquello que ya nos ha sido dado o que ya hemos alcanzado. De hecho, muchas veces es la sombra nebulosa de una expectativa futura, construida con aspiraciones ajenas y demasiado apegadas a lo meramente externo, la que puede llegar a eclipsar prácticamente todo nuestro presente.
El estudio plantea una serie de indicadores: lucir atractivo, despertar descansado, tomar decisiones fácilmente, sentirse saludable (no sólo serlo), estar alerta mentalmente, ser capaz de organizar su tiempo, estar satisfecho con uno mismo, estar en control, provocar un efecto alegre en los demás, creer que la vida es gratificante, estar comprometido e involucrado con un plan de vida propio y con causas ajenas al servicio de otras personas, tener recuerdos felices, creer que la vida es buena, encontrar cosas divertidas, reír mucho, creer que la vida tiene sentido y propósito, haber hecho cosas que se querían realizar, creer que el mundo -el Ser humano- es bueno, encontrar la belleza en las cosas, ser optimista, ser personas cálidas para los otros, saber divertirse con los demás, ser una buena influencia, y algunos otros factores más.
Le propongo hacer el ejercicio de describir algunos de estos temas desde su propia historia y verá que se sorprenderá de encontrar qué tantos elementos para sentirse feliz ya tiene en su haber. Con esta reflexión podremos notar también el peso que tiene nuestro universo interno: cómo nos sentimos, la actitud mental que tenemos, la manera de ver al exterior, y cómo nos relacionamos. Según este estudio, pero también por nuestras experiencia de cada uno de nosotros, sabemos que aquello que perseguimos para ser felices en realidad no tiene mucho que ver con nuestras pertenencias más allá de lo necesario e indispensable, ni con la acumulación de objetos, títulos, dominio sobre otros, o con la imagen personal que queremos demostrar a los demás. Somos mucho más felices de lo que pensamos, porque tenemos muchas más riquezas de las que concebimos.