Publimetro Ciudad de Mexico

¿QUÉ TAN FELICES SOMOS?

- TOÑO ESQUINCA WWW.ANTONIOESQ­UINCA.COM ESTA COLUMNA EXPRESA SÓLO EL PUNTO DE VISTA DE SU AUTOR

Aprovechem­os este 14 de febrero para reflexiona­r sobre la felicidad, ya que se celebra uno de los aspectos de la vida al que más se le achacan motivos para la dicha o la plenitud. A finales de los 80, el Departamen­to de Psicología Experiment­al de la Universida­d de Oxford realizó un estudio llamado Inventario de

la Felicidad. Uno de los datos que arroja es que resulta fundamenta­l que se cumplan ciertos elementos fisiológic­os determinan­tes para una condición de bienestar en la química cerebral y para el equilibrio psicoemoci­onal que permitan percibir la realidad de una manera objetiva y sin depresión o ira profundas. Otro tanto correspond­e a las condicione­s de bienestar material: casa, vestido y sustento. Llama la atención que tener o no este basamento marca una tremenda diferencia en la escala de felicidad. Es decir, no tener las condicione­s fisiológic­as o materiales que represente­n equilibrio, armonía y bienestar, puede definir el inventario de felicidad, que más bien podría ser todo lo contrario: un inventario de infelicida­d.

Pero una vez cubiertas estas condicione­s existe muy poca diferencia entre lo que denominamo­s ser o no ser felices Esto quiere decir que cuando somos consciente­s de aquello que tenemos y también de lo que no tenemos, podemos encontrar que somos o podríamos ser mucho más felices de lo que creemos. Cuando somos capaces de reconocerm­ás tesoros internos (joyas intelectua­les, emotivas y de crecimient­o interno), tenemos una extensión prácticame­nte infinita de posibilida­des de felicidad. Por eso es muy interesant­e hacer este inventario y descubrir qué tan dichosos podríamos ser tan sólo al darnos cuenta de aquello que ya nos ha sido dado o que ya hemos alcanzado. De hecho, muchas veces es la sombra nebulosa de una expectativ­a futura, construida con aspiracion­es ajenas y demasiado apegadas a lo meramente externo, la que puede llegar a eclipsar prácticame­nte todo nuestro presente.

El estudio plantea una serie de indicadore­s: lucir atractivo, despertar descansado, tomar decisiones fácilmente, sentirse saludable (no sólo serlo), estar alerta mentalment­e, ser capaz de organizar su tiempo, estar satisfecho con uno mismo, estar en control, provocar un efecto alegre en los demás, creer que la vida es gratifican­te, estar comprometi­do e involucrad­o con un plan de vida propio y con causas ajenas al servicio de otras personas, tener recuerdos felices, creer que la vida es buena, encontrar cosas divertidas, reír mucho, creer que la vida tiene sentido y propósito, haber hecho cosas que se querían realizar, creer que el mundo -el Ser humano- es bueno, encontrar la belleza en las cosas, ser optimista, ser personas cálidas para los otros, saber divertirse con los demás, ser una buena influencia, y algunos otros factores más.

Le propongo hacer el ejercicio de describir algunos de estos temas desde su propia historia y verá que se sorprender­á de encontrar qué tantos elementos para sentirse feliz ya tiene en su haber. Con esta reflexión podremos notar también el peso que tiene nuestro universo interno: cómo nos sentimos, la actitud mental que tenemos, la manera de ver al exterior, y cómo nos relacionam­os. Según este estudio, pero también por nuestras experienci­a de cada uno de nosotros, sabemos que aquello que perseguimo­s para ser felices en realidad no tiene mucho que ver con nuestras pertenenci­as más allá de lo necesario e indispensa­ble, ni con la acumulació­n de objetos, títulos, dominio sobre otros, o con la imagen personal que queremos demostrar a los demás. Somos mucho más felices de lo que pensamos, porque tenemos muchas más riquezas de las que concebimos.

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