VANESSA RUBIO
SENADORA DE LA REPÚBLICA POR EL PRI
El sólo encasillar la respuesta de México en “laxo o no laxo” me parece un reduccionismo peligroso. Pero sí hay que evaluar las respuestas de México a la luz de las circunstancias y promesas. El jueves pasado el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, publicó en su cuenta de
Twitter que “México no estaba haciendo nada para detener el flujo de inmigrantes hacia Estados Unidos”, lo cual es falso. Dijo textual: “El Congreso debe cambiar nuestras leyes débiles de migración ahora, y México debe impedir que los ilegales entren a Estados Unidos a través de su país y nuestra frontera sur. Durante muchos años México ha hecho una fortuna de Estados Unidos, mucho más que el costo del muro. Si México no detiene inmediatamente toda la migración ilegal que viene hacia Estados Unidos a través de nuestra frontera sur, cerraré la frontera, o gran parte de ella, la próxima semana”. Esta es una amenaza muy seria en sí misma, pero sobre todo considerando que el 80% de nuestro
comercio pasa por vía terrestre. La relación México-Estados Unidos es una de las más intensas y complejas del mundo. Ambos países comparten una frontera de 3 mil 169 kilómetros por donde diariamente cruzan alrededor de 1 millón de personas y casi medio millón de vehículos. Cada minuto comerciamos un millón de dólares. Estados Unidos es el principal socio comercial de México y nosotros somos el tercero para Estados Unidos. La región fronteriza tiene una población de 14 millones de personas; los 10 estados fronterizos de ambos países representan la cuarta economía mundial y la interacción comercial de México con los estados fronterizos genera el 21% de nuestro Producto Interno Bruto (PIB). En campaña el presidente de México dijo: “Vamos a ser respetuosos, pero vamos a exigir también respeto a los mexicanos. Ni México ni su pueblo va a ser piñata de ningún gobierno extranjero”, y que “con nosotros será distinto, sin faltarle el respeto lo vamos a poner en su sitio, lo vamos a hacer entrar en razón”.