VANESSA RUBIO SENADORA DE LA REPÚBLICA POR EL PRI
Cuando se trata de la política en general y de la política exterior en particular, siempre se prevén escenarios. Se define cuál es el escenario central (el que tiene más posibilidades de ocurrir); pero también imagina uno, junto con el equipo de trabajo, cuáles otros son posibles, aunque con menor probabilidad de ocurrencia; inclusive se previenen los imposibles o aquellos a los que en el presente se les ve casi nula oportunidad de suceder. Por ejemplo, casi nadie hubiera previsto un terremoto en México el 19 de septiembre en el 2017, después del ocurrido el mismo 19 de septiembre de 1985. Aunque en teoría de probabilidades, tenía prácticamente la misma posibilidad que cualquier otro día; pero se realizaron previsiones para que pudiera ocurrir en cualquier momento. Ante una amenaza de política exterior, siempre debe plantearse el escenario de que ésta se cumpla. Por ende, se debe plantear la posibilidad de tener que reaccionar ante la
materialización de la amenaza. Si Estados Unidos decide cerrar la frontera. ¿Qué hará México? ¿Decidirán cerrarla toda o se requiere de una estrategia de reacción inmediata para reconducir parte del comercio por otros puertos de entrada? ¿Qué haremos en lo político, en lo económico y en lo logístico si se cierra la frontera? ¿Qué alternativas tenemos ante ese cierre de frontera? ¿Cómo podemos ir calculando los costos y afectaciones de un eventual cierre de frontera para México con el fin de movilizar a actores internos para hacer gestiones en EU con distintos contactos para que esto no ocurra? ¿Qué estrategia seguimos para movilizar a actores relevantes en EU, gobernadores, alcaldes, senadores, representantes y empresarios de los estados e industrias afectadas para que ejerzan presión ante la Casa Blanca, haciendo evidente la afectación para los propios estadounidenses de esta medida? En política como en la vida, siempre es mejor prever.