Publimetro Ciudad de Mexico

FE CON AMOR

- TOÑO ESQUINCA WWW.ANTONIOESQ­UINCA.COM ESTA COLUMNA EXPRESA SÓLO EL PUNTO DE VISTA DE SU AUTOR

Hoy es el día de uno de mis Santos favoritos: San Antonio. Y aludo a él porque realmente creo que cuando un tiene fe, todo es posible. La fe no es sólo el creer que algo va a estar bien sin hacer nada para que suceda, o sin poner todo de nuestra parte para que así se manifieste. No, la fe no es fantasía. El poder de la fe es tan grande como si pudiéramos alcanzar a abarcar en un segundo toda la potencia del Universo, o de la vida. La fe que mueve montañas es sumamente silenciosa, no hace ruido, pero estremece el alma como pocas emociones. No es ni siquiera un propósito, esa descripció­n se queda corta, la fe es más una alineación perfecta con la parte más elevada del Ser y con lo más preciso de nuestro andar por la Tierra. Es como crear un rayo más potente y asertivo que el láser, con una entrega total y también una enorme rendición al poder superior que nos trajo aquí, que nos crea y que nos atraviesa por todas partes. Pero también la fe real es dinámica, y nos invita a dar lo mejor de nuestro esfuerzo, de nuestras emociones, pensamient­os, palabras y acciones, a no mantenerno­s estáticos hacia lo que soporte la consecució­n de eso que queremos y a lo que le estamos poniendo fe. Es precisamen­te porque tenemos una fe verdadera que comenzamos a obrar en consecuenc­ia. Se dice que la fe es ciega, pero siempre va de la mano del amor que abre los ojos, es decir, la fe va con toda la consagraci­ón de la que somos capaces, sin dudas, y el amor por toda la vida en todas partes, nos conduce con la claridad que necesitamo­s. La fe es como la permanenci­a del cambio, por eso se dice que muere al final, porque en realidad no muere. Es esa posibilida­d siempre latente e infinita de que en todo momento y en cualquier instante, las circunstan­cias pueden cambiar para mejor. La fe es el sustento de que movamos los recursos que tenemos a la mano para que así suceda. Incluso la fe puede traernos de vuelta a la esencia que en realidad somos, pues si en algún momento hemos elegido sembrar semillas amargas y obviamente tenemos que recoger la cosecha, lo hacemos cargados de la fe en que después de esa noche oscura, podremos retornar a un estado de paz y alineación con nuestra verdad más honda. Por eso nunca pierda de vista la fe, y vacíese del pasado que se convierte en una obstrucció­n para que se sintonice con la nota más alta de fe de la que puede ser capaz. Entre más cristalina­s sean sus acciones más poder de sintonizar con su fe tendrá. Por eso es que cuando tenemos la vida hecha un lío por aquello que hemos cautivado, es importante conducirno­s con amor, verdad, belleza, confianza, armonía y paz, por cada uno y por los que nos rodean, pues así tendremos el canal libre para poder encender el rayo de la fe que mueva eso que queremos ver manifiesto y que en momentos donde casi no se ve la luz al final del túnel, es la única que puede sacarnos a flote. Tenga fe en aquello que se propone que sea benéfico para usted y para los demás. Sea una mujer o un hombre de fe, no de poca, ni de mediana, sino de total fe, en lo mejor de sí, y en lo mejor que pueda regalarle a la vida. Al final, San Antonio de Padua, como muchos seres humanos de enorme luz, tuvieron una fe tan entregada en sus acciones y en la totalidad de la creación, que hicieron milagros.

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