ALEJANDRA LAGUNES
SENADORA DE LA REPÚBLICA POR EL PVEM
En sólo unas cuantas semanas, tres funcionarios de alto nivel de la administración federal han presentado sus renuncias. Que haya cambios en el gabinete no es novedoso, más si consideramos que, de acuerdo con Martínez-Gallardo, en América Latina el 60% de las designaciones a miembros del gabinete se dan a lo largo del periodo, y no al inicio de la administración. En ese sentido, no son los cambios –en términos cuantitativos– lo que puede resultar preocupante, sino el cambio de dirección y de prioridades que estas renuncias reflejan. La politóloga Cecilia Martínez-Gallardo advierte que en un sistema presidencial, el poder de nombrar y destituir a los miembros del gabinete es una de las facultades más importantes y subvaluadas de los presidentes/as. Diversos estudios han encontrado que al inicio de una administración la integración del equipo de trabajo del titular del Ejecutivo suele ser un reflejo de sus prioridades y objetivos de política pública. En ese sentido, los cambios en el gabinete pueden darse por escándalos, por contextos económicos y/o políticos cambiantes o por una bajada en la popularidad del presidente/a. En el caso de México, las renuncias han sido multicausales: el escándalo del retraso de un avión provocado por Josefa González-Blanco, el cambio en la política migratoria del país resultado de una potencial crisis política y comercial tras las amenazas de imponer aranceles de Trump (de Tonatiuh Guillén López) o por un desacuerdo con las decisiones de política y gasto público de dependencias como el IMSS de Germán Martínez Cázares. Lo que debe de preocuparnos no son las renuncias, sino que éstas apuntan a un cambio en las prioridades de política pública en temas tan relevantes como la salud, la migración y el medio ambiente. Estamos experimentando un reajuste en las prioridades del gobierno federal y lo que debe de ocuparnos es la exigencia de que estos correspondan con el bienestar, la dignidad y los derechos de todas las personas.