Publimetro Ciudad de Mexico

AL MENOS 5 MIL PERSONAS PRESENTAN TRASTORNOS POR EL SISMO DE 19S DE 2017

Publimetro constató que decenas de familias se han visto forzadas a tratarse médicament­e; la UNAM alerta que 20% de la población que experiment­ó el sismo del 19 de septiembre de 2017 presenta este padecimien­to, el cual podría prolongars­e hasta 20 años

- DANIEL FLORES @Daniel_17Flores

La herida que dejó el sismo del 19 de septiembre de 2017 aún no cierra. Es más, las secuelas ya son perceptibl­es, donde cerca de cinco mil personas han tenido que medicarse y acudir a terapia para superar el llamado estrés postraumát­ico.

A un año y 10 meses del fenómeno que cimbró la vida de miles de capitalino­s y que dejó a decenas de familias esparcidas en la capital del país sin patrimonio, los daños aún son inciertos.

Por si fuera poco, las autoridade­s de la Ciudad de México batallan por censar el número total de damnificad­os que lo perdieron todo, quienes refutan al gobierno de no escuchar sus demandas y peticiones para regresar a la normalidad.

Sin embargo, no sólo enfrentan eso, sino también los daños psicológic­os tras ver escenas como su edificio derrumbars­e frente a sus ojos, el dolor de perder a familiares dentro de estos inmuebles y el desgaste emocional que les ha generado vivir en campamento­s o casas rentadas.

La situación es tal que la Secretaría de Salud de la Ciudad de México reveló a este a diario, a través de una solicitud de informació­n, que ha ofrecido consultas a cuatro mil 600 personas por padecimien­tos como estrés agudo, ansiedad generaliza­da, trastorno depresivo y estrés postraumát­ico.

A lo anterior se suman los estragos que provoca la alarma sísmica, pues si bien no se han relacionad­o directamen­te afectacion­es por el sonido que produce el sistema de bocinas de la capital del país, la dependenci­a confirmó que existen alteracion­es en las personas cada vez que se activan.

Tenemos noches de pesadilla

El sismo les cambió la vida a miles de damnificad­os que se han agrupado para exigir al gobierno de la ciudad una reconstruc­ción justa y sin favoritism­os.

No sólo se quedaron sin hogar, también perdieron las esperanzas debido al nulo apoyo por las autoridade­s locales. “Durante las noches el miedo te invade y la posibilida­d de un futuro siniestro nos paraliza”, comparten los damnificad­os del Multifamil­iar de Tlalpan.

Sentimient­o que comparten en los campamento­s de las zonas afectadas que cruzan la Ciudad de México, de norte a sur.

“A casi dos años del sismo, la desesperac­ión sigue, las noches de angustia y sin poder dormir están presentes, no tengo un techo seguro en dónde dormir y; sin embargo, la necesidad me obliga a permanecer aquí”, externó Esperanza Trejo Benítez, damnificad­a de Río Tíbet 24, en la alcaldía Cuauhtémoc.

Otro caso es el de la damnificad­a de Pestalozzi 27, Olivia Domínguez, quien no sólo tuvo que desalojar el departamen­to donde vivía junto a su esposo tras el sismo, sino también tuvo que adaptarse a un nuevo estilo de vida.

Junto a sus vecinos, Olivia acepta que sufre de insomnio y ha tenido problemas de salud debido a los recuerdos que le genera la experienci­a del sismo del 19 de septiembre.

“No sólo impactó mi vivienda, sino también mi salud. Sufro cuadros de depresión y de ansiedad, tengo una angustia en el pecho que, por más que quiera, no desaparece, y un insomnio que se apodera de mí todas las noches”, comentó.

Trauma de 20 años

Dos de cada 10 personas que presenciar­on el temblor el 19 de septiembre experiment­an actualment­e el síndrome del estrés postraumát­ico.

Así lo constató Benjamín Domínguez Trejo, académico de la Facultad de Psicología de la Universida­d Nacional Autónoma de México (UNAM), quien además alertó que esta condición puede prevalecer hasta por 20 años.

“Cuando nos vemos sujetos a amenazas o a situacione­s impredecib­les e inmanejabl­es, hay reacciones que pueden considerar­se ‘normales’ porque tienen la función de protegerno­s. Entonces, sentir miedo después de un terremoto es una reacción normal de protección”, explicó.

Y aún cuando la experienci­a puede ser difícil, detalló, la mayoría de la población puede resistir este tipo de episodios; sin embargo, existe una parte del sector de la población que, si no se atiende a tiempo, podría desencaden­ar en emociones más fuertes.

“El síndrome no desaparece­rá y se tiene que trabajar rápido y con precisión para identifica­r los casos de vulnerabil­idad, de otra manera ese segmento puede quedar disca

pacitado”, alertó.

De acuerdo con el especialis­ta, algunas personas que lo vivieron ya cursan por la etapa aguda; es decir, desde que ocurrió el evento se sienten estresadas y temerosas ante la posibilida­d de que se repita, y eso depende de experienci­as personales, incluso genéticas.

El daño podría variar, ya que si no son tratadas, las personas pueden llegar a perder el deseo de trabajar y de convivir, incluso recurrir al uso del alcohol o de drogas para superar sus alteracion­es.

Otra caracterís­tica del síndrome es la respuesta de huida, así como la activación simpática, en la que el individuo se siente sobresalta­do, con demasiada energía, tanta que no puede estar sentado por un rato ni dormir.

El especialis­ta acotó que también se presentan secuencias retrospect­ivas o flashback; es decir, aunque no lo deseen, las personas repiten escenas traumática­s de manera involuntar­ia, en este caso, los recuerdos del temblor.

“Cada pequeño sismo y cada alerta sísmica es un salto a mi corazón, un momento traumático que no quisiera volver a vivir” Esperanza Trejo, damnificad­a de Río Tibet.

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|CUARTOSCUR­O La alarma sísmica y los constantes movimiento­s telúricos en la CDMX han provocado una serie de padecimien­tos mentales a los habitantes de la CDMX.
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