Sociedad civil, llave para la democracia
Analista político
Una pieza vital para la construcción de la democracia moderna en el mundo es, sin duda, la sociedad civil organizada. Dejar de reconocerlo asoma una gran mezquindad en la boca de cualquiera que lo niegue; aún más en México, donde la solidaridad la ha encarnado en los peores momentos. El terremoto de 1985, las inundaciones en Tabasco y Chiapas de 2007, los huracanes que golpean cada año al país, o el temblor de 2017, ya marcan hitos históricos de la importancia de la articulación de las Organizaciones de la Sociedad Civil (OSC) con el gobierno, pero no sólo eso, porque el papel que juegan desde el inicio de este siglo se desenvuelve en la escena nacional cada vez con mayor importancia. No podemos olvidar que gracias al trabajo conjunto de las OSC se logró la autonomía de la
Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) al entrar el siglo XXI, fortaleciéndola a favor de la sociedad, un trabajo logrado de la mano del primer gobierno de alternancia en México dirigido por Acción Nacional. Es ahí donde se debe fijar la mirada. En el fortalecimiento de instituciones, en la creación de instrumentos para la evaluación de los gobiernos por parte de la ciudadanía, pero sobre todo, en la integración de medidas adecuadas a la realidad contemporánea de nuestro tiempo. Y en todo esto, la sociedad civil ha sido fundamental y participa activamente motivada por la acción y la voluntad humana. Ahí tenemos como ejemplo a Francia, donde la vibrante participación de la sociedad francófona empuja una agenda para borrar la desigualdad entre mujeres y hombres desde 2018, catalogando la violencia sexual como arma de guerra. Nada menor. Mientras que en Chile la participación y los grupos sociales organizados definieron la caída del régimen de Pinochet. Ahora esa misma sociedad participa en el proceso legislativo de su país en el marco del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Grandes avances, sin duda. Otro ejemplo lo tenemos en el movimiento por los derechos civiles en Estados Unidos, donde después de una dura lucha, no violenta, para extender los derechos de los ciudadanos, se alcanzó la igualdad para los ciudadanos afroamericanos. Y fue ese mismo impulso, sembrado desde la sociedad, el que permitió, en este momento, la llegada de Joe Biden a la Casa Blanca con una agenda pro derechos humanos.