Obesidad y ansiedad, los enemigos silenciosos de tu salud
Para llegar a la obesidad, como a la ansiedad, existen diversos caminos, es decir, no siempre están relacionadas y hay varias razones por las que se presentan tanto una como la otra.
Cuando se presentan situaciones que nos angustian o hay algo que nos preocupa, ya sea de manera consciente o inconsciente se genera ansiedad. Este es un sentimiento que podríamos describir como algo que nos hace sentir nerviosos y que es probable que no identifiquemos exactamente cuál es la razón.
La ansiedad se puede manifestar de distintas maneras. Existen personas que, al sentirla, tienen la sensación de ahogarse o experimentan una gran desesperación. Para hacer desaparecer los síntomas suele recurrirse a distractores y uno de ellos puede ser la comida, ya que comer nos trae cierto placer, nos hace sentir ‘satisfechos’ y posiblemente acompañados.
Sin embargo, cuando la comida se vuelve nuestro escape constante ante la ansiedad, puede ocasionar obesidad. Es decir, en muchas ocasiones la obesidad es el reflejo de que algo está pasando emocionalmente y, a veces, puede funcionar como una defensa.
La comida siempre nos hace sentir satisfechos, felices. Cuando nos sentimos deprimidos o melancólicos, un chocolate o un helado puede modificar nuestro estado de ánimo. La comida nos revitaliza, pero el exceso puede afectar nuestra salud.
La obesidad, como muchas otras condiciones de salud, revela un desequilibrio tanto físico como emocional y debemos considerar que tal vez el problema no es la comida per se, sino el significado que nosotros le damos a ésta, como por ejemplo un
refugio, una forma de evitar sentir ansiedad o llenar los vacíos emocionales que tenemos.
Es importante identificar estas situaciones para poder resolver el problema de obesidad.