LAS ‘ABUELITAS DEL CARTÓN’ LUCHAN CON LOS DESECHOS
HONG KONG — Cuando el precio callejero del cartón reciclado en esta ciudad cayó casi una tercera parte de su valor este verano, Leung SiuGuen, recolectora de cartón, comenzó a preocuparse.
“Comencé a saltarme la cena para poder trabajar más arduamente”, dijo Leung, quien también trabaja como lavaplatos, duerme menos de cinco horas por noche y gana apenas 500 dólares mensuales. La caída en el precio, al equivalente de 6 centavos el kilogramo, requeriría más sacrificios.
Desde los años noventa, el mundo ha enviado su papel, plástico y metales de desecho a China, donde se destinaban para usarse como materia prima para ayudar en el auge manufacturero nacional orientado hacia la exportación. En 2016, China importó el equivalente a 18 mil millones de dólares de lo que el gobierno denomina desperdicios sólidos.
Sin embargo, China no quiere ser el bote de basura del resto del mundo. Durante el verano, los reguladores en Pekín comenzaron una inusual mano dura sobre lo que llamaron “basura extranjera”, citando preocupaciones de salud y ambientales.
Al igual que mucho más en la economía mundial, la decisión de China causa efectos a lo largo de una vasta cadena de suministro que se extiende desde las grandes compañías de desperdicios en Texas hasta las “abuelitas del cartón” en Hong Kong, como Leung, que buscan entre pilas de papel y plástico. Los vendedores de desechos se apresuran a encontrar compradores en otras partes de Asia, pero el mercado chino es tan grande que no puede sustituirse fácilmente.
“Es casi como si hubiesen cerrado la válvula de la noche a la mañana”, dijo Jim Fish, presidente de Waste Management, una compañía con sede en Houston que es la recicladora de basura residencial más grande de América del Norte.
Mientras China aceleraba su maquinaria de manufactura para impulsar el crecimiento a lo largo de los años, los funcionarios estuvieron dispuestos a tolerar parte de las desventajas del desperdicio; a saber, la contaminación del suelo y los ríos locales debido a las prácticas baratas de reciclado. Sin embargo, el poderío económico de China significa cada vez más que ya no necesita hacer sacrificios ambientales como esos.
Los temores de contaminación nacional generalizada se amplificaron por Plastic China, un documental de reciente aparición sobre un deprimente pueblo en la provincia oriental de Shandong donde la gente se gana la vida recogiendo plásticos de desecho
“Sin China, habrá menos reciclaje en Estados Unidos y será más costoso”, explicó Minter.
y procesándolos en máquinas que escupen humo negro. La película se hizo viral en China continental en enero, antes de desaparecer del Internet en esa región.
La contaminación en la industria “no es problema de China”, dijo Wang Jiuliang, el director de la película.
“Es el reto común del mundo”, exclamó.
La pelea regulatoria de China en contra de la basura importada comenzó en 2013, cuando una ráfaga de inspecciones portuarias obligó a los recicladores extranjeros a limpiar sus operaciones e invertir en nuevas tecnologías de separación de basura.
En julio, China subió las apuestas al declarar a la Organización Mundial de Comercio que prohibiría 24 tipos de desecho importado, incluyendo algunos tipos de papel y plásticos, para final de año. Los reguladores chinos también comenzaron a restringir las importaciones de papel de desecho.
“Estaba enojada, pero sabía que sólo era una pequeña empresaria”, dijo Leung, de 63 años, sobre las restricciones al papel de desecho
mientras buscaba cartón, poliestireno y latas de refresco en un callejón lleno de ratas en el distrito de Mong Kok en Hong Kong.
Leung y miles de otros recolectores de desperdicio de poca monta venden el desecho a los comerciantes en puntos de recolección básicos en este territorio chino semiautónomo. Posteriormente, el desperdicio se procesa en almacenes de reciclado y se exporta a China continental o a cualquier otra parte.
En Estados Unidos, las nuevas reglas significan que podría quedarse más basura en casa. Aunque esas podrían ser buenas noticias para algunos recicladores, también significaría más desperdicio en los vertederos del país, según un grupo de cabilderos con sede
en Washington, llamado Institute of Scrap Recycling Industries.
Los recicladores también tendrían que mejorar sus instalaciones para manipular el desperdicio, lo cual resultaría en costos más elevados para los municipios y los contribuyentes estadounidenses, comentó Adam Minter, un experto en reciclaje y autor de Junkyard Planet: Travels in the Billion-Dollar Trash Trade.
“Sin China, habrá menos reciclaje en Estados Unidos y será más costoso”, explicó Minter.
Los trabajadores de los basureros en los almacenes de desperdicios de Hong Kong dicen que las restricciones nuevas y pendientes de Pekín sobre las importaciones de desperdicios ya están afectando sus balances.
En un almacén de reciclado en las afueras de la ciudad con vista hacia China continental, el gerente, Ryan Cheung, comentó que los recolectores de desechos en la localidad le vendían más plásticos de lo habitual, al parecer, debido a que las nuevas reglas ya estaban limitando sus opciones. En consecuencia, las tarimas de pilas de plástico blanco para empacar que le llegaban al pecho se estaban acumulando bajo el techo de lámina corrugada del almacén.
“Ya no puedo comprar más”, dijo, de pie, cerca de un montículo enorme de muñecas Barbie desmembradas, mientras los camiones de basura se movían con pesadez por una calle cercana hacia el vertedero. “Tengo demasiado”.