ACUMULAN MÁS DE 3 MIL EXPEDIENTES DE DESAPARECIDOS
Académicos afirman que madres y familiares de las víctimas tuvieron que ocupar las actividades e investigaciones que los tres niveles de gobierno dejaron de atender; manifestarse para ellos es un derecho y un beneficio
A las autoridades de los tres niveles de gobierno les ha faltado sensibilidad para atender el tema de las desapariciones, advierten académicos y especialistas de la Universidad de Guadalajara (UdeG), quienes afirman que ante la apatía oficial, han sido las madres y familiares de las víctimas quienes toman la iniciativa de encabezar las acciones para localizarlos.
Según el Registro Nacional de Datos de Personas Extraviadas o Desaparecidas (RNPED), en Jalisco hay, hasta el 31 de enero de 2018, tres mil 060 carpetas de investigación abiertas en el fuero común por desaparecidos y 26 del fuero federal.
“La desaparición de un ser amado produce un tipo de pérdida específica, no se consuma como tal porque no hay certeza sobre la suerte del desaparecido, sobre todo, en qué circunstancias”, señaló Flavio Meléndez Zermeño, especialista en salud mental de la UdeG, quien mencionó que los familiares de los desaparecidos tampoco pueden vivir un duelo porque existe la esperanza de la localización de su familiar.
El académico destacó que los perpetradores de las desapariciones en México se han multiplicado y comparó la situación con las dictaduras de
América del Sur, donde sólo estaba identificada la fuerza del Estado como causante; en México, las desapariciones son responsabilidad de diversos actores: delincuencia organizada, entes políticos, empresas o la policía.
El especialista destacó el derecho a la ira y al reclamo: “El dolor de estas madres se convierte en rabia y eso les permite protestar colectivamente, buscar a sus hijos, convertirse en investigadores y activistas, aprender de leyes”.
Meléndez Zermeño fue muy crítico con las declaraciones de José Raúl Rivera, recientemente nombrado fiscal especializado para personas desaparecidas. El funcionario mencionó en una entrevista que las marchas y movilizaciones generaban un gran dolor a las familias y revivían sus traumas. “El funcionario no se da cuenta que es todo lo contrario. Eso es lo que les permite un sostén subjetivo para sostener la vida en un sufrimiento más atrás”, destacó Meléndez.