ABREN LA PUERTA A FORMAS NO TRADICIONALES DE AMOR
El futuro del amor parece muy prometedor, pues habrá infinidad de nuevas formas de encontrar una pareja, aunque no siempre una tradicional: recientemente surgieron aplicaciones, hologramas e incluso robots sexuales en el mercado
Las tecnologías sexuales ya están disponibles para que todos las disfruten, y la llamada digisexualidad —atracción sexual hacia los sexbots u otras situaciones sexuales tecnológicamente mejoradas— se vuelve cada vez más popular, según los expertos. Por lo tanto, celebrar el Día de San Valentín con una pareja androide se convertiría, tal vez, en algo normal en un abrir y cerrar de ojos.
Un estudio publicado a finales de 2017 en la revista Sexual and Relationship Therapy reveló que la integración de las tecnologías sexuales en nuestras vidas no hará más que aumentar, aunque no aporta cifras específicas.
“La industria de la tecnología sexual ha ido en aumento en los últimos años y el uso de robots sexuales artificialmente inteligentes ya no es ciencia ficción. Estos robots fueron desarrollados para ser cada vez más similares a los humanos, especialmente a las mujeres”, explicó Federica Facchin, profesora de la Universidad Católica de Milán, quien realizó estudios sobre robots sexuales.
Aunque hay muchas maneras de ejercer la llamada digisexualidad —desde la inteligencia artificial hasta los hologramas—, los robots sexuales son los que atraen más la atención de los usuarios y las empresas. Los especialistas también han mostrado interés en investigar cómo los cyborgs afectan la salud sexual de los seres humanos.
Actualmente pocas empresas desarrollan y venden robots sexuales; la más popular de ellas es Realbotix, cuyo fundador, Matt McMullen, pasó de hacer muñecas sexuales realistas a desarrollar robots sexuales.
“Hacemos robots masculinos y femeninos. La principal diferencia entre los robots y una muñeca inanimada es la integración de la inteligencia artificial que le permite comunicarse y reaccionar tanto sexualmente como no sexualmente”, explicó a Publimetro. Su costo inicia ronda los 12 mil dólares.
Los que no pueden comprar uno de esos cyborgs de 12 mil dólares, pueden visitar un burdel robótico. Estas instalaciones empiezan a aparecer en Canadá y Europa; por ejemplo, The Dolls Hotel en Moscú, Rusia, cobra entre 20 y 34 dólares por una hora de servicio.
El auge de los robots sexuales ha generado un debate sobre el impacto que causarían. Algunos expertos destacan aspectos positivos y piden esperar a ver cómo se consolida esta tecnología, mientras que otros dicen que los robots sexuales no representan ningún beneficio para los humanos.
La sexóloga y escritora Nikki Goldstein, que el año pasado visitó la fábrica de robots sexuales de Realbotix e interac- tuó con dos cyborgs, cree que esta tecnología sería útil para ciertas personas en circunstancias específicas.
“Puede ser estupendo para algunas personas que no saben cómo desarrollar relaciones íntimas con otros o que sufren de ansiedad social. Podría ser una herramienta útil para aquellos que pierden a sus seres queridos y necesitan compañía, pero no quieren volver a tener citas”, afirmó Goldstein.
Sin embargo, reconoce que esta tecnología podría ser negativa para las personas que pueden establecer relaciones con otra persona, pero que prefieren esconderse detrás de los robots.
“Podría ser un mecanismo de afrontamiento negativo para alguien que tiene la habilidad de eventualmente formar una conexión íntima con alguien, pero que se esconde en el mundo de los robots sexuales”, agregó.
Kathleen Richardson, profesora de Ética y cultura de los robots y de Inteligencia artificial, y cofundadora de The Campaign Against Sex Robots, cree que este tipo de tecnología no beneficia a los seres humanos e incluso puede ser destructiva.
Richardson incluso advierte que los sexbots pueden generar peligros como “el aislamiento humano y sus impactos asociados (depresión, disociación, letargo, alienación) y la objetivación de las mujeres)”.
En cualquier caso, todavía hay una gran pregunta sobre si es ético aceptar la producción de sexbots adultos femeninos que representan a las mujeres como objetos sin sus propios pensamientos y sentimientos.
Pero los fabricantes niegan que sus empresas busquen cosificar a las mujeres. El principal argumento de McMullen, por ejemplo, es que también crean muñecos masculinos.
“Es difícil decir que objetivamos a las mujeres cuando en realidad también hacemos robots masculinos. Y ciertamente no está en nuestra visión creativa reemplazar a nadie —hombre o mujer— ni hacer que alguien se sienta como un objeto. Simplemente queremos diseñar acompañantes sintéticos para aquellos que puedan beneficiarse de esta tecnología”, concluyó.
“¿Es tan malo si una pareja quiere experimentar, pero no quiere arriesgarse a formar un vínculo con otra persona?” Nikki Goldstein, sexóloga, experta en relaciones
Escuche las aventuras del Dr. Nikki en la fábrica de Sexbots: