AFRIKAMIGA, MÁS QUE UN PUENTE DE ESPERANZA
Naces, creces, estudias periodismo, viajas, te enamoras de Tanzania y juras que darás tu vida por ayudar a su gente. Así nació la ONG AfrikAmiga, del corazón filantrópico de la española Marian Mesonero. Tengo la fortuna de conocer de cerca esta historia, pues fuimos compañeros en la agencia Dédalo Comunicación durante más de diez años, tiempo suficiente para descubrir el enorme corazón y el incansable espíritu trotamundos de esta madrileña.
Mesonero afirma que en África existe una enfermedad que no es el coronavirus, ni la malaria, ni el VIH, ni la tuberculosis. Se trata de un mal que va directo al corazón, que te lo estruja, pellizca y aprieta cuando estás lejos de su pueblo, su gente, sus colores, sus olores. “Una especie de patológica ansiedad por regresar al continente después de haberlo conocido. Es algo extraordinariamente adictivo para los sentidos, la mente y el corazón, que te agarra las entrañas y no te suelta”.
Todo empezó en un viaje a Tanzania. Su vida dio un vuelco al poner los pies en esa tierra rojiza, en ese país rodeado de verde, de naturaleza salvaje, de vida en estado puro, de sonrisas imposibles de describir, pero que se desbordaron ante sus ojos.
Así, después de conocer este pueblo tan asombrosamente rico (en todo menos en dinero) cayó rendida ante los niños, que se vuelven locos porque les saques una foto. Le cautivó su música y esa vida en la calle en la que se cuentan indescifrables historias en suajili. Quedó embelesada por esa mezcla cultural que convive con máximo respeto, por el colorido de las vestimentas massais y los kangas, y por la hospitalidad de sus habitantes ofreciéndole lo que tienen, incluso cuando ni siquiera tienen.
Y entonces pasa. Sin darse cuenta Marian se enamoró de su hakuna matata y su karibu sana. Se propuso acercar a su gente de algunas necesidades básicas. “Un día te da por soñar que todos los colegios tengan pupitres, ventanas, agua y luz y que todos los niños lleven puestos zapatos y libros. Te despiertas en mitad de la noche y dices ¿por qué no?, y así nació el proyecto”.
AfrikAmiga intenta hacer más accesible el derecho a la educación a los más de 600 niños que acuden diariamente al Ngongongare Primary School, un colegio que no ha contado con ningún tipo de ayuda desde su construcción hace más de 50 años.
Así pues, primero fueron “maletas de la ilusión” con calzado, material deportivo y escolar; después fueron ventanas y puertas para un colegio por el que apenas entraba luz natural. Pero falta mucho por hacer, por eso dedico este espacio a la idea de esta guerrera incansable por edificar puentes y pintar sonrisas mediante donativos, subastas, cenas de gala y todo lo que se le ocurra. Enhorabuena y más ideas como éstas de este lado del charco por favor. Échele un vistazo a su página www.afrikamiga.com.