Publimetro Merida

“Tatuando cicatrices busco devolver la seguridad a las mujeres”

Hace ocho años fue diagnostic­ada con cáncer de mama, ahora hace reconstruc­ción de pezón a través del tatuaje

- ANDREA SÁNCHEZ

Fue diagnostic­ada con cáncer de mama en etapa tres cuando tenía sólo 30 años. Tras librar una dura batalla en la que luchó contra un tumor tipo inflamator­io en la mama izquierda, uno de cuatro centímetro­s y otro de seis que ya habían hecho metástasis en el cuello y axila, Berenice logró librar la batalla y ayudar a otras mujeres.

En entrevista para Nueva Mujer, reveló que luego de diez años de una batalla y una probabilid­ad de vivir del 40%, busca ayudar a otras mujeres a recuperar algo que creían perdido con el cáncer de mama.

Si bien una mujer no se define por el cabello o sus senos, estos dos elementos ayudan a las mujeres a construir su feminidad. En la experienci­a de Berenice, haber perdido un seno y pasar dos años sin que pudieran reconstrui­rlo la llevó a la depresión.

“Intenté seguir con mi vida, entré a nutrición porque subí de peso luego del tratamient­o. Los especialis­tas me explicaron que no podían bajarme mucho de peso porque iban a necesitar mi piel para poder reconstrui­r el seno”. Luego de ese capítulo Berenice cuestionó a sus doctores, les preguntó si no iban a poner un implante, como sucede en otros casos, pero las mujeres que han recibido radiacione­s, no pueden acceder a un implante y el seno afectado por el cáncer de mama debe ser reconstrui­do.

De acuerdo con el Breast Cancer, este tipo de reconstruc­ción consiste en poner un implante de silicona o solución salina para cubrir el espacio que dejó la mastectomí­a, en casos en los que la radiación fue radical se debe optar por una reconstruc­ción autógena, en la que se usa grasa de otras partes del cuerpo para darle forma al pezón. En la experienci­a de Berenice esta situación es un choque, porque la mayoría de las mujeres asume que podrá someterse a una cirugía en la que el seno quede casi igual. Su doctor le explicó que hay casos en los que la piel radiada se hace como

Berenice Vallejo, sobrevivie­nte de cáncer y

tatuadora. ‘chicle’ y entonces no pueden someter a la paciente a una cirugía que contemple un expansor porque la piel se va a romper.

Una reconstruc­ción que cambió su vida

Luego de años de espera su doctor le dio una noticia que cambió su vida, podría acceder a una reconstruc­ción. Antes de la intervenci­ón el doctor le preguntó a qué se dedicaba, tatuadora de profesión, le explicó cómo se ganaba la vida, situación que fue aprovechad­a por el médico. “El doctor me dijo que ellos ya estaban tatuando con el aerógrafo, pero que le gustaría saber lo que yo podía hacer. Luego de ser reconstruí­da con parte de mi grasa pudieron reconstrui­r mi mama, le pedí a mi socio que me tatuara y ahí cambiaron las cosas”.

Berenice relató que luego de tres meses los médicos pudieron ver el resultado, y así, desde la propia experienci­a de librar una batalla frente al cáncer, le pidieron que se uniera a su equipo, que tatuara los pezones de otras mujeres que habían sido sometidas a una mastectomí­a.

“Al principio me negué a hacerlo porque el impacto de estar hablando con otras mujeres que habían pasado lo mismo que yo me era muy difícil. Accedí y al inicio mis socios me ayudaron, hasta que dijeron “no más, quien tiene que hacerlo eres tú porque tienes esa empatía con las otras mujeres, tú lo pasaste y nadie mejor para saber de qué se trata este proceso y las ayudes”.

Tatuar el pezón es la cereza del pastel

“No somos un seno, no somos cabello largo, pero al perder un seno te sientes oruga”

“Aunque la gente te vea natural y normal, tú sabes la realidad, te da pena aceptar una enfermedad así, después de seis años he notado que hay mujeres que han dejado los antidepres­ivos, que se vuelven a sentir mujeres. Terminando el tatuaje lloran, explotan, me abrazan, porque pensaron que siempre se iban a ver con cicatrices. El trabajo no termina ahí, pero he visto que muchas mujeres se han sentido mejor consigo mismas. No somos un seno, no somos cabello largo, pero al perder todo esto, te sientes como una oruga. Tu cuerpo se modifica, tu mente y emociones también, es difícil reintegrar­te, es un antes y un después. Muchas se van con lágrimas en los ojos, es la cereza del pastel, esto se terminó, le ganaste la batalla al cáncer”.

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