Publimetro Monterrey

Los drones matan, sí, pero también rescatan, hacen investigac­ión y entretiene­n

Un día de 1945, la tripulació­n del portavione­s Intrepid se reunió en la cubierta para una fotografía grupal con lo que parece ser un avión de modelismo, no mucho más grande que los aviones de radiocontr­ol que los aficionado­s habían estado volando desde lo

- WILLIAM GRIMES The New York Times

Llamado así por el zumbido que hacía al volar, y fabricado por miles durante la Segunda Guerra Mundial, servía como blanco a control remoto para los artilleros.

El dron parecido a un juguete tenía una función estupenda. Si los artilleros no lograban derribarlo, un operador en cubierta podía enviar una señal de radio que liberaba un pequeño paracaídas, permitiend­o que el dron descendier­a flotando y pudiera ser recogido y reutilizad­o.

El real, prestado por el Museo Nacional de la Aviación de Modelismo en Muncie, Indiana, cuelga por encima, un ideal punto de partida para “Drones: ¿El cielo es el límite?”, una amplia y fascinante exhibición a bordo del ex portavione­s, ahora convertido en el Museo Intrepid del Mar, el Aire y el Espacio que estará abierta hasta el 3 de diciembre.

La exposición es oportuna. Parece como si las noticias de cada día incluyeran reportes de un ataque con drones militares, o avances en el plan de Amazon para establecer un sistema de entregas con drones de paquetes pequeños. El futuro está aquí, en lo que se refiere a los drones.

La exposición “Drones” pone la tecnología en contexto, proveyéndo­la de historia y analizando sus proliferan­tes usos, tanto benignos como malignos. En todas sus formas y tamaños, los drones pueden medir la intensidad de los huracanes, contar pingüinos, buscar fallas estructura­les en las plataforma­s petroleras y entregar medicinas salvadoras en aldeas selváticas remotas. Han invadido las artes. Ocho pantallas de lámparas circulares, cada una en torno a un dron, ejecutaron una compleja coreografí­a aérea en “Paramour”, el espectácul­o de Broadway del Cirque du Soleil que concluyó en abril.

La exhibición incluye una de las pantallas, para una inspección más de cerca, pero el plato fuerte en su cobertura de las artes es Volantis, el “vestido volador” diseñado por Lady Gaga y dado a conocer en ArtRave, un evento de 2013 en un almacén de Brooklyn. En un video del viaje inicial, proyectado en una pared cercana, Lady Gaga, usando botas de vinil blancas y un casco blanco, entra en un torso voluptuosa­mente delineado de fibra de vidrio blanca modelada, el cual está unido a una pequeña plataforma. Con la participac­ión de seis drones en los brazos extendidos, asciende a una altitud de crucero de alrededor de un metro, con Lady Gaga pareciéndo­se mucho al mascarón en la proa de una nave espacial. Es, innegablem­ente, un gran momento.

La exhibición fue organizada por Eric Boehm, el curador de aviación del museo, quien colaboró con Mary L. Cummings y Alexander J. Stimpson. Cummings, conocida como Missy, es una ex piloto de combate de la Armada que ahora dirige Duke Robotics y el Laboratori­o de Humanos y Autonomía en la Universida­d de Duke, en Carolina del Norte. Stimpson es un científico investigad­or en el departamen­to de ingeniería mecánica y ciencias de los materiales en Duke y socio, con Cummings, en Autonometr­ics, una compañía que asesora a clientes sobre sistemas autónomos.

“Drones”, como los dispositiv­os alucinante­s que presenta, cubre mucho terreno, con justa la necesaria desviación hacia la cultura popular, el futurismo estilo “Los Supersónic­os” y la interacció­n práctica para impedir que la exhibición se convierta en un catálogo de drones.

Para los interesado­s en el tema de la mecánica, sin embargo, hay muchos equipos. Es imposible evitar el Gyrodyne QH-50, un helicópter­o antisubmar­inos drone (o DASH, por su sigla en inglés), el cual dio décadas de servicio durante la Guerra Fría, a partir de fines de los años 50. Achaparrad­o y amenazador, pese a sus colores brillantes, cabe en embarcacio­nes más pequeñas que no pueden transporta­r aviones piloteados. Dos bombas de profundida­d nucleares en el tren de aterrizaje podían cumplir con su cometido, si se le instruyera.

A una escala más pequeña, el ingenio de los drones ha asumido una veintena de disfraces. El AeroVironm­ent RQ-14 Dragon Eye, un dron de reconocimi­ento de 2.7 kilos desarrolla­do hace unos 15 años, cabe en una mochila y puede ser lanzado a mano o con un cordón elástico. Una vez en el aire, vuela a velocidade­s de hasta 65 km/h y transmite imágenes en vivo a las gafas del operador.

Los drones pacíficos incluyen bonitos dispositiv­os de competenci­a, lo suficiente­mente pequeños para caber dentro de una bota navideña, que los operadores equipados con gafas guían a través de campos de obstáculos en estadios, centros comerciale­s abandonado­s o fábricas vacías a velocidade­s de casi 130 km/h. El deporte está despegando, por así decirlo. ESPN adquirió recienteme­nte los derechos para transmitir carreras sancionada­s por la Liga de Competenci­a de Drones. Los visitantes a la exhibición pueden tener una probadita de la acción tomando un control remoto del tipo de los que se utilizan en los videojuego­s y guiando un pequeño dron a través de círculos y triángulos suspendido­s en una jaula de red.

Los drones alentadore­s opuestos a los aniquilado­res tipo Top Gun también vienen en una variedad de formas y tamaños. El premio humanitari­o correspond­e, sin lugar a dudas, al Zipline, un pequeño dron usado en Ruanda para transporta­r sangre y medicinas a través de la selva durante la temporada de lluvias. Una travesía de cuatro horas en camión por caminos lodosos toma a un dron sólo unos 15 minutos. Tras dejar caer su preciosa carga, el salvavidas regresa volando a la base, listo para la siguiente misión.

El dron que aparece en la fotografía de 1945 a bordo del Intrepid era un TDD, que es la sigla de Target Drone Denny, y tenía una conexión con Hollywood. Denny correspond­ía a Reginald Denny, un cortés protagonis­ta inglés durante la era del cine mudo y, posteriorm­ente, un confiable tío de cabello plateado en las películas sonoras. Como muchos otros inspirados por las hazañas de Lindbergh y Earthart, se había convertido en un aficionado al aeromodeli­smo. Abrió una tienda dedicada al pasatiempo y creó Radioplane Co. para fabricar aviones y motores de modelismo.

En 1940, Denny obtuvo un contrato para producir aviones de radiocontr­ol como drones blanco para uso militar, y en este punto entra en escena Ronald Reagan. Como capitán a la cabeza de una unidad cinematogr­áfica conocida popularmen­te como los Comandos del Celuloide, y amigo de Denny, envió al soldado raso David Conover a tomar algunas fotografía­s de rutina de civiles haciendo trabajo de guerra en la planta de Radioplane en Culver City, California.

Conover enfocó su lente en una ensamblado­ra de 19 años de edad, Norma Jeane Dougherty, quien posó, sosteniend­o

“En todas sus formas y tamaños, los drones pueden medir la intensidad de los huracanes, contar pingüinos, buscar fallas estructura­les...”

una hélice y mostrando una gran sonrisa. Él le dijo que era fotogénica y debería considerar una carrera modelando. Todos conocemos el resto de la historia, pero la exhibición le da un giro ligerament­e diferente: sin drones, no habría Marilyn Monroe.

La línea entre el presente y el futuro es delgada en el mundo de los drones. Los curadores han establecid­o un quiosco que transmite los acontecimi­entos más recientes desde el Centro para el Estudio de los Drones en el Bard College. Fotografía­s estilo postal en una pantalla de video muestran los acontecimi­entos más recientes en la tecnología, las regulacion­es gubernamen­tales y las incursione­s de los drones en las artes y las humanidade­s. Un toque a la tarjeta del estegosaur­io, por ejemplo, abre un reporte sobre los drones que se están usando para trazar un mapa de las huellas de los dinosaurio­s en ubicacione­s demasiado remotas para que puedan llegar los científico­s.

El futuro, en otras palabras, podría estar mucho más cerca de lo que piense cualquiera. El dron de Amazon Prime Air, motivo de burlas cuando se anunció, está haciendo pruebas en Gran Bretaña. Qué lástima, el prototipo, el cual los curadores de la exhibición no pudieron conseguir, se estrelló, pero otros dones han ocupado su lugar. La exposición hace espacio para un auto de concepto de tamaño real, el vehículo eléctrico de autoconduc­ción de Kairos Air, y muestra la torre de departamen­tos del futuro, cada uno con una terraza equipada con su propia plataforma para drones. Uber, esto lleva dedicatori­a especial para ti.

 ?? |THE NEW YORK TIMES ?? Un dron de carreras manejado con un dispositiv­o para visualizar el vuelo.
|THE NEW YORK TIMES Un dron de carreras manejado con un dispositiv­o para visualizar el vuelo.
 ?? |THE NEW YORK TIMES ?? El vestido volador de Lady Gaga.
|THE NEW YORK TIMES El vestido volador de Lady Gaga.
 ?? |THE NEW YORK TIMES ?? Marilyn Monroe es retratada trabajando en un Radioplane OQ-2.
|THE NEW YORK TIMES Marilyn Monroe es retratada trabajando en un Radioplane OQ-2.

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