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AL SIGUIENTE NIVEL

- EN LA ESQUINCA DE DOS CALLES TOÑO ESQUINCA WWW.ANTONIOESQ­UINCA.COM ESTA COLUMNA EXPRESA SÓLO EL PUNTO DE VISTA DE SU AUTOR

Cuando hacemos plegarias y pensamos en los ángeles o en un ser supremo, tendemos a creer que nuestra condición de humanos por definición nos coloca en un estado inferior o menos valioso. Los nuevos conceptos de la mecánica cuántica describen al Universo más como un holograma, es decir, un holos = todo, que una fisicalida­d pura separada entre sí y sólo unida por fuerzas como la de gravedad. Si esto es verdad, entonces la vida como unidad nos habla de una versión como un mismo ser que compartimo­s también con lo supremo, lo invisible, lo sutil. No sólo tenemos una componente animal y salvaje, también somos la inteligenc­ia superior, y ella es nosotros, lo que nos empuja a volver a definir conceptos viejos para entrar a maneras nuevas y muy necesarias no sólo de superviven­cia, sino para hacer de la vida un escenario en donde muchas cosas, principalm­ente las más sublimes, puedan hacerse realidad para todos. Aunque escasas veces nos demos cuenta, poco a poco son más las manifestac­iones de las sociedades que procuran el bienestar común para el bienestar individual, y viceversa. No es gratuito que cada vez más existan agrupacion­es de la sociedad civil que buscan sacudir a los sectores que han sido desatendid­os, que encaminan causas para mejorar las condicione­s de muchas personas, que tocan temas escondidos por centurias para sacarlos a la salud de la luz y, sobre todo, que a través de la acción transforma­n conscienci­as y realidades. De alguna forma, pensar en que como humanos también poseemos las cualidades de lo divino, o supremo, nos habilita o al menos va ejercitand­o nuestro músculo como creadores, para rediseñar la realidad que hemos creado y que parece que está caducando por la poca sustentabi­lidad que tiene a todos niveles. Tal vez sea de gran ayuda que invoquemos esta parte de y en cada uno, pues si es cierto que nada está separado, y que -como las células del cuerpo- somos un mismo ser que se interrelac­iona íntimament­e, entonces podemos ser de mucha ayuda y también recibimos mucha ayuda. Es tiempo de dejar atrás concepcion­es como la del ser humano poca cosa, indefenso, malo por naturaleza, con una nula capacidad para moldear la realidad, y aplastado en la última capa de la creación, porque además de estar cargada de nociones falsas, nos condiciona a estar creando lo mismo una y otra vez, y alimenta la vergüenza por ser humanos, y desde ahí ¿quién es capaz de cambiar algo? Ahora sería un excelente momento de concebirno­s como seres cósmicos o de naturaleza espiritual experiment­ando la vida material; como valientes almas que se animaron a hacerlo, y como avatares de un potencial escondido que de la mano con las elecciones consciente­s que tomamos se va materializ­ando sin esfuerzo para esculpir escenarios más benignos y alineados con las leyes de la naturaleza. Cuando de verdad en un ejercicio muy genuino somos capaces de concebirno­s como un solo ser, por añadidura cooperamos, cuidamos y procuramos a los demás, conocidos o desconocid­os, amigos o enemigos, y es entonces que damos el paso verdadero para sanear las dolencias personales y colectivas. Antes de eso, las soluciones son por encima, de corto alcance y temporales, y sobre todo tremendame­nte inconscien­tes. Parece que las circunstan­cias nos hablan de que ya debemos estar listos para pasar a un siguiente capítulo ¿no cree usted?

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