Publimetro Monterrey

MITOS COMUNES SOBRE LA SALUD

SEGUNDA PARTE

- FOTO: CORTESÍA

En la pasada edición publicamos lo que las investigac­iones científica­s reportan sobre los mitos comunes acerca de los alimentos y el agua; esta vez, toca develar la verdad sobre otras creencias muy difundidas que son refutadas por la medicina. Ahí les van:

Succionar el veneno de una mordida de serpiente retrasa sus efectos malignos.

Realizar una cortada en cruz y succionar con la boca, como lo recomienda­n los documental­es de la televisión, causa más daños que beneficios,

Leer a media luz daña los ojos.

según un estudio realizado en la Universida­d de California. Hoy se sabe que después de cierto tiempo —tres minutos—, sólo es posible succionar una mínima parte del veneno, lo que ocasiona daño en nervios y tejidos, así que la citada maniobra resulta inútil y peligrosa, ya que aumenta el riesgo de intoxicaci­ón por el contacto con la mucosa bucal.

Leer con poca luz puede resultar complicado, porque nos es difícil enfocar, perdemos precisión visual, parpadeamo­s menos y nuestros ojos se secan al producir menos lágrimas. No obstante, la fatiga y tensión visual que generan, desaparece­n en el momento en que dejamos de leer y de ninguna manera causa daño permanente. El pelo y las uñas siguen creciendo aun estando muertos. Esta tétrica e impactante imagen ha sido desmentida por el antropólog­o forense William R. Maples. Lo que sucede en realidad es que la deshidrata­ción contrae toda la piel, misma que al palidecer, realza el contraste y crea la ilusión óptica de crecimient­o, pues las hormonas que lo regulan dejan de producirse en el momento mismo de la muerte.

Usamos sólo 10% de nuestro cerebro.

Apesar de lo difundido que ha sido este mito desde principios del siglo xx, el psicólogo Barry L. Beyerstein, de la Universida­d de Vancouver, ha demostrado que el cerebro no utiliza sólo 10% de su capacidad. Al observar los cambios eléctricos y químicos de la actividad cerebral, Beyerstein explica que no encontró una zona inactiva o latente que pudiera acelerar la potencia o velocidad de nuestros pensamient­os si ésta se activara algún día. ¡Mala suerte!

El tamaño del pene es proporcion­al al de los pies.

Este curioso mito tuvo su origen en los genes hox, que son los encargados de modelar los miembros, las vértebras y las estructura­s craneofaci­ales. De hecho, estas mutaciones causan malformaci­ones de las extremidad­es y del tracto urinario, así que la única relación existente entre el miembro viril y el pie la otorgan dichos genes, pero nada tiene que ver con el tamaño ni la proporción de uno y otro.

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