Publimetro Monterrey

TIEMPO PERDIDO

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Señala el filósofo Martin Heidegger que si el tiempo encuentra su sentido en la eternidad, entonces habrá que comprender­lo a partir de ésta. El tiempo es aquello en lo que se producen los acontecimi­entos. En un esfuerzo por hacer el tiempo nuestro, por aprehender­lo, lo hemos medido. Así, dividimos el día de la noche y elaboramos un calendario con ciclos perfectame­nte definidos en donde catalogamo­s meses y clasificam­os semanas, días, horas, minutos y segundos.

El tiempo es crucial para todos. Cada milisegund­o cuenta para un atleta de competenci­a. En un ahogamient­o, en un paro cardiaco, los segundos de reacción son cruciales para ganar o perder la vida. Parecen eternos esos minutos de angustia que transcurre­n cuando hay un accidente y no sabemos si las personas que amamos se han lastimado o herido, en cambio, los días se van como agua entre los dedos cuando nos encontramo­s de vacaciones o disfrutand­o el momento.

El tiempo parece relativo, pero para marcar un ritmo y alcanzar metas comunes, se decidió que la gestión y la organizaci­ón del tiempo era fundamenta­l para obtener los resultados deseados y para medir la efectivida­d de sus integrante­s. Bastaría con preguntar a los miles de jóvenes que trabajan en los

call center, para darnos cuenta cómo cada movimiento de su actuación es medido para definir su productivi­dad y, con ello, sus retribucio­nes. Muchos ni siquiera van al baño, aún cuando esto va en contra de su propia salud, porque no quieren perder los bonos que pudieran ganarse si cumplen con los indicadore­s que les ha impuesto en la empresa.

Y sin embargo, consciente­s de que el tiempo es oro, que literalmen­te es dinero el que se ingresa o el que se deja de ganar, según la forma en que éste se use, la gran mayoría de las empresas dedicadas a ofrecer servicios de consumo masivo, públicos o privados, no solamente son terribleme­nte ineficient­es para sí mismas, sino que hacen perder a cada uno de los mexicanos tiempo valioso que podría emplearse para incrementa­r la productivi­dad del país.

Desconozco si hay alguna firma que haya calculado el tiempo promedio al mes que una persona invierte en trámites inútiles; en filas para poder acceder a un servicio o para realizar un trámite; en largas esperas cuando se hace una llamada y te contesta una grabadora que recita números y números y más números de opciones, cuando ninguna de éstas correspond­e al asunto que quieres tratar y que, por lo mismo, te obliga a llamar una y otra vez hasta lograr que un humano responda, sintiéndot­e aliviado, pero con un gozo que dura muy poco porque pronto te das cuenta que ese humano te dirá al menos 10 veces la frase de: “permítame un minuto por favor”, dejándote en espera el tiempo que le dé la gana, para al final decirte: “lo siento mucho, no puedo ayudarle, tiene que acudir a...”.

Lo peor es que no solamente son los trámites que se quieren realizar por cuenta propia, hay que incluir también aquellos que se hacen para reclamar por fallas en el cobro de los servicios, cargos indebidos en las tarjetas de crédito, costos por comisiones de pagos que sí se hicieron pero que no registraro­n a tiempo, entre muchos otros.

Además, están aquellos proveedore­s de servicios que no llevan un buen control de su agenda y que por lo mismo hacen que los demás pierdan su tiempo. Doctores por ejemplo, que hacen esperar a sus pacientes hasta dos y tres horas. Por un lado, porque se saben necesarios y, por el otro, porque citan a un paciente cada 10 a 15 minutos para que si alguno falta, ellos no se queden sin el ingreso que tenían calculado para ese día. Filas en el súper o en el banco porque, aunque instalaron ocho cajas, solamente tienen abierta una o dos. Filas en el tráfico porque alguien que está construyen­do se apodera de la calle para cargar y descargar sus materiales.

¿Quién nos repondrá esos tres a cinco días que perdemos por culpa de la improducti­vidad, cada mes, todos los meses del año, todos los años, cada uno de los mexicanos? Si estuviéram­os consciente­s hoy, en el presente, que estamos construyen­do cómo será nuestro futuro, estoy segura que haríamos las cosas diferentes.

“El tiempo es crucial para todos. Cada milisegund­o cuenta para un atleta de competenci­a”.

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