A JORGE MARÍN LE GUSTA HACER VOLAR LA INQUIETUD
Para el escultor sus obras buscan inquietar a la sociedad y generar más preguntas que respuestas
Uno de los artistas que se ha apoderado de los espacios públicos de diversas ciudades del mundo es Jorge Marín, quien con sus alas ha puesto a volar la inquietud del mundo y ha transformado la escultura de un arte inalcanzable a un objeto cotidiano, pero infinito en su definición, pues su objetivo es generar más preguntas que respuestas.
Actualmente el escultor mexicano exhibe sus piezas en ciudades de Kuwáit, Turquía, Estados Unidos y México, todas ellas en camellones, avenidas y explanadas. Por esta razón, confesó que su verdadera casa es el espacio público.
“La ciudad y los espacios públicos son mi escuela y mi casa y todo lo que en ella se exhiba es un tema muy delicado (…) Para mí ha sido un gusto muy grande el poder entender a cada comunidad en lo particular y conocer sus perfiles, miedos, fantasías y anhelos. Se trata de entender una comunidad que al final va a asimilar la obra o la va a rechazar”, explicó el escultor de 54 años de edad.
El autor de Alas de México, La
Gloria, El Vigilante, entre otras, confesó que una pieza pensada para conformar un espacio público debe volverse parte de las personas que habitan cerca, adueñarse de ella para que pueda representarlos.
“Para mí una obra que esté en el espacio público tiene que hablar de las personas que lo habitan, las tienes que representar porque tiene que ser asimilada por esa comunidad y la tendrán que volver parte suya y eso es muy importante, que los represente, es fundamental”, dijo el artista, quien tiene más de 25 en el mundo de la escultura.
Dos de los elementos que más se ven en su obra es el cuerpo humano y las alas, ¿a qué se debe? — Es para que el espectador de mi trabajo pueda tener identificación con la obra que yo hago porque uso símbolos siempre universales, pero algo que también procuro hacer es darles un uso particular e inquietante. Muchas personas piensan que son ángeles, pero en realidad creo que hay que observar bien para darse cuenta que son figuras difíciles de encasillar o definir.
¿Cuál es el objetivo de su obra? — Mi intención es crear la inquietud en el espectador y que no encuentre respuestas sino
preguntas sobre sí mismo y de su comunidad, país y sociedad. Es importante que la gente siempre se esté preguntando y que la sociedad sea inquieta intelectualmente, es lo que trato de hacer, que tengamos una mente siempre inquieta y activa.
¿Qué es lo que piensa cuando está creando una escultura?
— Trato de no estar mucho en el consciente, más bien en el subconsciente que va expresándose a través del trabajo y luego se vuelve un objeto tridimensional. Me gusta descubrirme, tal como un espectador más porque me sirve también para causarme inquietudes y me pone a reflexionar sobre temas. Realmente la idea es esa, que sea una obra desde lo emocional para después racionalizarla e intelectualizarla, pero surgiendo de la parte emocional. ¿Le gustaría incursionar en otra bella arte o en otro
ámbito de expresión?
— Me gustaría hacer tantas cosas en la vida, pero he aprendido que hay que disfrutar lo que se hace, poderlo trabajar hasta la última consecuencia y quiero seguir trabajando en esto y usando la escultura como medio de expresión porque me parece que es una vía inagotable. No puedo poner los ojos en otra cosa, soy una persona muy obsesiva y quiero disfrutar el placer de hacer esculturas.
¿Cómo es su forma de trabajo?
— Soy una persona con mucha disciplina, entonces disfruto trabajar en las mañanas, en las primeras horas del día, casi nunca oigo música, pero si lo hago me gusta la de piano clásica, me encanta la privacidad y estar concentrado. La soledad y la comunión completa con mi trabajo.
¿Qué significa el bronce en sus obras?
— Me encanta porque es un material que nunca termina de sorprenderme. Tengo más de 20 años trabajando con el bronce y siento que todavía me falta muchísimo por aprender.
“Mis obras interactúan con públicos muy diversos y siempre con la sorpresa de que son bien recibidas porque el arte es un leguaje universal, que nos une como seres humanos”. Jorge Marín, escultor