Publimetro Monterrey

“Ser artista independie­nte requiere huevos y disciplina”: nuevos muralistas fronterizo­s

Vice platicó con el Norteño, Gloria Muriel, Paola Villaseñor y David Flores del Colectivo Rezizte, participan­tes activos de la nueva ola de muralismo contemporá­neo

- DANIEL DELGADILLO

Comenzamos nuestro recorrido en Tijuana con Alonso Delgadillo, mejor conocido en el mundo del muralismo contemporá­neo como el Norteño; visitamos uno de sus muros en Tijuana sobre la calle segunda, el mural de don Chuy, personaje fronterizo que arregla caritas tristes.

El Norteño pintó este mural hace siete años en el antiguo taller que hoy es la casa de Don Humberto, en ese entonces Humberto cumplía condena en “la pinta” reclusorio de máxima seguridad de Baja California. Humberto cuida del muro, nadie que lo conozca se rifaría a rayarle la fachada de su casa.

La siguiente parada antes de cruzar la línea es en los tacos Machatlán sobre la calle Negrete y Tercera, los tacos callejeros favoritos de Alonso, una metáfora de Tijuana, de Latinoamér­ica. Aquí se condensan y se mezclan diferentes mundos y clases sociales, delincuent­es y justiciero­s pueden estar conviviend­o en el mismo puesto de tacos mientras alguien toca éxitos del rock de los 80.

“Tijuana es lo prohibido y al mismo tiempo es lo interesant­e, como un Ying–Yang, es la parte fea y la parte libre de San Diego. Para mí como artista, abordar el tema del muro porque está de moda no me gusta. Uno tiene que abordar el tema de migración y violencia por un compromiso con la comunidad, para hacer presente que lo vemos y que no se ha normalizad­o en nuestra vida. La frontera definitiva­mente es una posibilida­d, condiciona o margina ideológica­mente, pero no deja de ser una posibilida­d.”

En la fila peatonal de la garita El Chaparral, esperando para cruzar al otro lado, hablamos con el Norteño sobre la disciplina del artista, ¿qué hace falta para nombrarse y vivir como artista?

“Hace falta tener los huevos para creérsela. Empecé a mejorar en mi trabajo cuando comencé a creer que si hacia esto es porque esto es lo que soy, uno es lo que hace, y es importante que si uno pinta se reconozca como pintor. Si eres artista tienes que reconocerl­o. Siempre hablaba con mis alumnos, si yo creo que soy artista es más fácil que la gente hable de lo que hace mi proyecto con el arte, pero si yo no reconozco mi trabajo como artista, el diálogo con el espectador está fracturado. Yo hago y promuevo mi trabajo, soy un artista independie­nte, y ser un artista independie­nte requiere de huevos y disciplina”.

Cruzamos la línea después de un largo tiempo de espera, de imaginar ficciones, historias y estrategia­s de clandestin­idad de quienes nos acompañan en la fila para cruzar la frontera. El migra es un chico que parece más joven que yo, rubio y en sus veintes.

El paisaje público se transforma casi por completo desde el lado estadounid­ense y ahora en el bus station de San Diego nos dirigimos hacia El Barrio Logan, una de las zonas con más presencia de cultura chicana en San Diego durante los 80 y 90, después barrio de artistas y hoy zona de restaurant­es y departamen­tos sofisticad­os, eso que en términos de urbanismo contemporá­neo hemos llamado gentrifica­ción.

“Me gusta que mis murales no interrumpa­n el espacio, trato de hacer un registro de los colores del entorno, sentarme y platicar con el espacio, hay lugares que huelen a mierda, hay lugares que huelen a perfume, tienes que entender el lugar y luego construir algo para darle una imagen a ese lugar, la gráfica siempre va cambiado según lo que te cuenta el lugar. El trabajo que uno hace siempre tiene la parte personal, solamente que uno se escuda en los demás para contar sus pedos y las cosas que piensa, es como compartir una causa, yo creo que alguien tiene las mismas broncas que yo, le gustan las mismas cosas que a mí, y la gente se identifica o se aparta de esto, y eso es un ejercicio que no es falso, es sincero”.

“Esto es como una terapia emocional muy cabrona, pintar en un espacio público como disciplina te hace enfrentar tus miedos y tus retos, si sales a pintar a la calle puede pasar alguien y decirte que es algo muy lindo lo que estás haciendo o te puede mentar la madre, o decir que haces eso porque no tienes oficio, no tienes nada que hacer en la vida, o puede pasar alguien y te puede contratar. El espacio público te hace ser y te quita todo.”

“Mis personajes ni siquiera son personas, no tienen manos, son más como árboles. Me parece muy aburrido pintar humanos, porque nosotros ya estamos aquí, quiero darte algo que nunca has visto” Glow, artista y madre de dos hijas

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