Publimetro Monterrey

LOS NIÑOS QUE YA NO ESTÁN

- GRACIELA RÍOS TWITTER: @GRACIELARI­OS GRACIELA.RIOS@ PUBLIMETRO.COM.MX

La mayoría de las mujeres estamos totalmente desarmadas cuando nos encontramo­s frente a la indefensió­n y vulnerabil­idad de un hijo. Esa sensación de ternura que provoca un pequeño cuando está dormido, cuando al despertar mira con ojos de sorpresa ante el mundo, esa emoción de poder ser útil y sentirse necesitado por alguien y esa posibilida­d de transforma­r a ese pequeñito en una persona humanizada, crea un lazo indisolubl­e a través del tiempo.

Ser madre es encontrars­e ante un abanico inmenso de posibilida­des. La maternidad reta todos nuestros talentos. En el presente, no sabemos cuáles serán los resultados de nuestras acciones, brindar nuestros consejos, dar nuestro mejor ejemplo, amarlos y demostrarl­es esto poco o mucho, premiarlos o castigarlo­s, detener sus impulsos o, por el contrario, empujarlos para que superen sus limitacion­es, es una labor intensa de todos los días, con la esperanza de que rinda frutos más adelante.

No importa cuántas veces nos digan los demás que la infancia se pasa en un tris. Mientras se amamanta, se espera a que eructe, se cuidan los primeros y tambaleant­es pasos para que no se lastimen; mientras se les enseña a tomar los cubiertos, a comer apropiadam­ente, a cuidar su seguridad, a jugar compartien­do y sin lastimar a nadie, a efectuar las tareas y las responsabi­lidades de la escuela, el tiempo parece eternizars­e.

Y en ese ir y venir para cumplir con todo, para tener satisfecho­s a los maestros, a la escuela, al resto de la familia y a ellos mismos; en esas interminab­les horas detrás de un volante para llevarlos a sus clases extra, a la papelería, a la fiesta de cumpleaños, de pronto, un día, nos damos cuenta que los ojos de nuestros hijos ya no nos miran, que sus brazos no se alzan para abrazarnos a nosotros, que en sus mentes no hay más espacio que los planes que hacen para la siguiente reunión, para elegir la ropa que se pondrán, para imaginar a los amigos con los que podrán convivir, pensando en las risas y carcajadas que compartirá­n con los demás.

De pronto, un día, en un abrir y cerrar de ojos, ya no somos el centro de sus vidas, ni los únicos que pueden ayudarles a resolver sus dudas, ni nos necesitan de manera desesperad­a.

En lo que tardan los rayos del sol en mostrarse al despuntar el alba, ellos ya sienten que lo saben todo, que el pasado es obsoleto y que es su presente todo lo que importa.

No es quizá que nos hayan dejado de querer como sus padres, sino que la vida los apunta hacia el futuro,

“De pronto, un día, en un abrir y cerrar de ojos, ya no somos el centro de sus vidas, ni los únicos que pueden ayudarles a resolver sus dudas”

y nosotros somos parte de su historia, su pasado. Ahora son todos sus amores posibles, sus amigos nuevos y los retos que están por conquistar, la prioridad.

Entonces uno se pregunta si los educamos bien, si serán lo suficiente­mente seguros como para sortear todos los obstáculos, si podrán levantarse de las caídas que tendrán, si su fuerza yoica es lo suficiente­mente recia como para evitar las tentacione­s que puedan poner en riesgo su destino. Y temblamos de miedo cada noche mientras esperamos que regresen con bien y que sus alas no se rompan mientras practican vuelo.

Un poco más adelante nos tranquiliz­amos sabiendo que ya no hay mucho más que podamos hacer. Y aunque pudiéramos, ellos pondrán sus límites para que los dejemos encargarse por sí mismos de resolver su vida.

Y es entonces cuando empezamos a extrañarlo­s como si ya no estuvieran más con nosotros. Buscamos en los rostros de los jóvenes que ahora conviven ocasionalm­ente con nosotros los rasgos de aquellos chiquillos que nos miraban con tanta admiración. Esos pequeños que nos robaban la energía y que provocaran la mejor versión de nosotros mismos.

Los extrañamos porque nos hacen falta para llenar nuestra vida de sonrisas, de colores y alegrías, pero nos conformarn­os con las fotografía­s de cuando eran niños y con la esperanza de que las y los chicos que ahora usurpan su lugar, lograrán conquistar sus sueños a futuro, mientras los observamos desde el atardecer de nuestras vidas.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico