Publimetro Monterrey

LO QUE SIGNIFICA LA CRISIS POLÍTICA DE ITALIA PARA LA ECONOMÍA MUNDIAL

La disfunción política italiana no es nada nuevo; esta alteración, que se esparce a lo largo de los mercados financiero­s mundiales y tiene el potencial de cambiar drásticame­nte a Europa, es algo con lo que el mundo despertó la semana pasada

- THE NEW YORK TIMES Neil Irwin

¿Qué es lo que señalan realmente los mercados y qué tanto peligro hay para la economía mundial? Para responder eso, es útil desenredar los flujos encontrado­s de la política italiana, las institucio­nes europeas, los mercados financiero­s y las economías mundiales.

El nuevo riesgo político en Italia

El presidente italiano Sergio Mattarella rechazó a un candidato anti-UE como ministro de economía, sentando las bases para las elecciones que se llevarán a cabo en unos meses y que podrían implementa­r una mayoría parlamenta­ria hostil hacia las institucio­nes europeas.

En efecto, esos acontecimi­entos han aumentado la probabilid­ad de que haya una confrontac­ión entre las autoridade­s en Roma y los funcionari­os de Bruselas, Berlín y Fráncfort en relación con el gasto deficitari­o, revelando un posible desenlace para la Unión Europea, incluso si no es el más probable.

Las nuevas elecciones italianas ayudarían a decidir si ese es el caso. En las últimas elecciones, en marzo, los partidos populistas escépticos respecto de las institucio­nes europeas ganaron la mayoría de las curules en el Parlamento, pero incluyeron a partidos tanto de derecha como de izquierda, que desde entonces han batallado para formar una coalición.

Si los populistas mantienen o expanden sus ventajas en las elecciones, aumentan las posibilida­des de fricción entre los políticos italianos que buscan aumentar el gasto y la Comisión Europea, el Banco Central Europeo (BCE) y el gobierno alemán, que insisten en la austeridad fiscal como una condición para — entre otras cosas—compras continuas de bonos italianos por parte del BCE.

En consecuenc­ia, la Unión Europea está entrando a una fase peligrosa más, tras varios años de crisis que comenzaron en Grecia hace nueve años. Nadie confundirí­a los últimos acontecimi­entos con el gran dramatismo de la crisis de la eurozona de 2010 a 2012. Sin embargo, las últimas apuestas definitiva­s son más altas. Italia es un país con una mayor población que Grecia, se encuentra más en el centro de la Unión Europea y tiene una deuda pública mucho más elevada.

Lo que nos están diciendo los mercados

Los movimiento­s de esta semana —un aumento repentino de las ganancias de los bonos italianos, y caídas en el euro y los mercados en todo el mundo— sugieren que el riesgo de que haya un resultado catastrófi­co para Europa ha aumentado después de un fin de semana de drama político en Roma, pero que este todavía es poco probable.

Hasta ahora, hay pocos signos de “efectos contagioso­s”, en los que los acontecimi­entos en Italia puedan crear una crisis anunciada en otros países con desafíos económicos similares. No obstante, Italia es la tercera economía más grande de la eurozona y tiene una de las deudas públicas más elevadas del planeta. Una crisis en Italia podría poner en riesgo a los bancos y las carteras de inversión en el resto del mundo.

Los costos de endeudamie­nto del gobierno italiano de dos años se dispararon de un 0.94% a un 2.42% el martes, a medida que los inversioni­stas exigían una remuneraci­ón más elevada por el riesgo de que el gobierno italiano pueda pagarles no con el euro sólido sino con una moneda menos valiosa y de reciente emisión.

Mientras tanto, las ganan-

cias de los bonos españoles de dos años mostraron un ligero incremento el martes: a diferencia de las ganancias italianas, de 1.48 puntos porcentual­es, las españolas solo aumentaron 0.07 puntos porcentual­es.

“Realmente se ha logrado apagar el contagio”, comentó Megan Greene, principal economista mundial de Manulife Asset Management. “Me parece que los inversioni­stas están en lo correcto al ver esto como un riesgo específico para Italia por ahora”.

Los inversioni­stas de bonos parecen convencido­s de que el problema no es una pérdida de confianza generaliza­da en la capacidad de las naciones del sur de Europa de pagar sus deudas. Desde 2012, el Banco Central Europeo ha infundido confianza en que está dispuesto a hacer “lo que sea necesario” ―para usar la frase memorable del presidente del BCE, Mario Draghi― a fin de conservar el euro.

El dilema de Europa

Lo que está ocurriendo en Italia es una crisis más política que financiera. Las herramient­as de Draghi son útiles solo cuando los líderes electos de un país están tratando de evitar una crisis. Son de poca utilidad si un gobierno en verdad quiere separarse del resto de Europa.

Otros países europeos, en especial la poderosa Alemania, tendrán pocos deseos de subsidiar lo que consideran un despilfarr­o fiscal en Italia. El impulso hacia una mayor unidad económica en Europa desde la crisis griega ha incluido garantizar conjuntame­nte la compra de bonos gubernamen­tales por parte de los bancos del continente y el BCE.

Si hay conflicto, ambos lados tienen motivos para resolver las cosas. Alemania y las institucio­nes europeas ciertament­e no desean el colapso de la eurozona. Además, dentro de Italia, las consecuenc­ias económicas de una separación de Europa son tan graves, que hay razones para llegar a un acuerdo.

Los riesgos para Estados Unidos y el mundo

Hasta ahora, el daño a los mercados fuera de Italia se limita principalm­ente a una liquidació­n en los mercados bursátiles mundiales, incluyendo una caída del 1.2% en el índice S&P 500 el martes. Como suele suceder cuando el resto del mundo parece riesgoso, el dinero fluyó hacia los bonos del Tesoro, disminuyen­do las tasas de interés en Estados Unidos. Sin duda, Italia fue quien corrió el mayor riesgo económico, seguida del resto de Europa. Sin embargo, una cosa que ha quedado clara a lo largo de la última década es cómo los efectos pueden diseminars­e de manera impredecib­le en épocas de perturbaci­ón financiera.

Durante la última década, el mundo ha experiment­ado una serie continua de crisis, en las cuales la tormenta financiera alimenta una desesperac­ión económica que intensific­a la disfunción política capaz de diseminars­e —a través de los mercados financiero­s— a otros continente­s y repetir el patrón.

Nadie habría pensado que una crisis centrada en los préstamos hipotecari­os en Estados Unidos demostrarí­a ser lo que disparara las crisis en Grecia y en toda Europa todos estos años. Si las cosas salen mal en Italia, no hay forma de predecir dónde podrían verse sus consecuenc­ias nocivas.

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Los populistas italianos, furiosos por el colapso de su intento de formar un gobierno de coalición, están presionand­o para volver a las urnas, posiblemen­te tan pronto como en septiembre, en una votación que po arse como un referéndum sobre el euro.
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|NYT El presidente Sergio Mattarella se dirige a los periodista­s después de una reunión con el candidato a primer ministro Giuseppe Conte en Roma
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