VIOLENCIA ELECTORAL
Más de cien candidatos y candidatas a puestos de elección popular han sido asesinados durante esta contienda electoral.
Es terrible ver en esta cifra, la más alta de los últimos años en el país, las condiciones en las que se ejerce la política.
Pero no todo está ahí, también hay otro dato alarmante: la cantidad de periodistas asesinados durante esta época también preocupa.
Ambas se incrementan y a diario descubrimos casos de violencia que tienen que ver con limitar derechos básicos relacionados con la libertad de expresión y de ser votado.
Dos de los derechos fundamentales, no sólo para hacer la democracia, sino para convivir sanamente en sociedad.
Sin embargo, tal parece que esto se complica cuando hay tanta violencia.
Es importante que no dejemos pasar por alto la indignación que debería provocarnos ante la jornada que nos espera el 1 de julio, cuando decidamos por quién votar.
Que en la democracia el voto debe ser libre y no ejercido por coerción, es decir, nadie debe obligarnos por amenazas o conductas violentas a participar o votar por quienes no queremos.
Por otra parte, se debe garantizar el trabajo de los profesionales del periodismo que están cubriendo estas elecciones y que para esa fecha vendrán más de otras partes del mundo.
No tenemos que echar en saco roto la oportunidad de seguir defendiendo la vida que es sagrada, los derechos que son básicos para la armonía social, y el respeto a quienes piensan y opinan diferente, sin que esto represente un riesgo para todos los mexicanos.
Frenar la violencia electoral y colaborar para que tengamos un proceso que culmine en paz es corresponsabilidad y obligación moral de todos para no exponernos.
Y, sobre todo, para permitir que las próximas jornadas electorales se fomente el compromiso cívico de hacerlo en paz y libertad.
“Frenar la violencia electoral y colaborar para que tengamos un proceso que culmine en paz es corresponsabilidad y obligación moral de todos para no exponernos”