CANDIDATOS PÚBLICOS
Adictos que dicen que combatirán el narcotráfico; delincuentes que hablan de tolerancia cero ante maleantes y ladrones; corruptos que prometen “limpiar” el gobierno de quienes han logrado riquezas explicables, pero poco justificadas; personajes que hablan de procurar calidad de vida para todos mientras autorizan incrementos en impuestos y precios, y utilizan el dinero de la nación para gastos personales, que nada tienen qué ver con sus funciones.
Así han sido los funcionarios públicos, muchos gobernantes y la mayoría de los políticos en México. Los funcionarios parecen no entender de qué se trata esto de ser dirigente político. Parecen no comprender el perfil de personalidad y de inteligencia emocional que la ciudadanía necesita en ellos. Se equivocan pensando que ésta busca personajes que encarnen seres humanos perfectos o ideales; héroes de ficción que no se equivoquen.
Para la ciudadanía, no es necesario que asuman poses de seres intachables, con mirada de iluminados, ni con actitud de místicos o altruistas a los que nadie parece darles su justo reconocimiento. Queremos –me incluyo– seres de carne y hueso, honestos, transparentes, dignos, que digan lo que piensan, lo que les preocupa, lo que planean y las verdaderas intenciones en sus actos; personas que asuman sus responsabilidades, que consideren los derechos de cada cual y le asignen el valor y respeto que merecen.
A los ciudadanos no nos molesta que siendo líderes políticos se equivoquen, lo que indigna es que mientan, falseen y omitan intenciones, acuerdos y realidades. Ofende que, siendo descubiertos y confrontados, asuman una postura de incomprendidos, de maltratados sociales.
Esa subestimación a la capacidad intelectual de quienes, por desgracia, tenemos que estar supeditados a su mandato, es irritante. Por qué brindar excusas que nada justifican y mostrar en tantas ocasiones intolerancia a dialogar, a brindar las explicaciones que la población amerita.
Difícil es la tarea que los ciudadanos tenemos en las próximas votaciones. Si revisamos el perfil de los cuatro candidatos, ninguno cumple con las condiciones mínimas necesarias que debería poseer aquel que aspire a ocupar la presidencia de la República.
Para ser presidente se requiere una preparación académica sólida, con estudios científicos y estadísticos actualizados, que incluyan, al menos, un alto dominio en las áreas de administración, finanzas, economía, negocios internacionales y relaciones públicas. Es importante que domine el inglés como segunda lengua o al menos, que lo comprenda apropiadamente.
Pretender rodearse de expertos en cada una de las áreas del saber es depender de los conocimientos de los demás –en lugar de conjuntarlos– y hace de la toma de decisiones, que debería ser certera, un espacio riesgoso, vulnerable e incierto.
También se requiere experiencia, haber recorrido el país de punta a punta, conocer las circunstancias de los distintos estados, la problemática de la población de todos los niveles socioeconómicos, haber desempeñado puestos públicos para vivir los tentáculos del sistema político mexicano desde adentro, para entender los mecanismos de las componendas, la hipocresía, las puestas de acuerdo anticipadas a las votaciones internas, para saber cómo operan las relaciones y el pago de favores entre los distintos órdenes de gobierno.
Otra característica importante que deberían poseer los candidatos tiene que ver con su personalidad. Debe ser afable, integradora, conciliadora, pero de carácter firme, decidido, que sepa marcar el rumbo. Debe tener un liderazgo situacional que distinga cuándo usar la diplomacia y cuándo la toma firme de una decisión. Una persona carismática que propicie la buena voluntad y el diálogo.
Por último, una vez que los candidatos cuenten con la mayoría de estas variables, para elegir por quién votar para un puesto tan importante como el de la presidencia de un país, habría de evaluarse su ideología personal, la de su partido, sus antecedentes profesionales, sus resultados tangibles, la congruencia de sus actos, las propuestas y la metodología para alcanzarlas.
“Difícil es la tarea que los ciudadanos tenemos en las próximas votaciones”