SOBRE LA SEGURIDAD AÉREA
Hace unas semanas nos conmocionó a todos la noticia del accidente del vuelo AM2431 que volaba con 97 pasajeros y cuatro tripulantes desde el Aeropuerto Guadalupe Victoria de la Ciudad de Durango hacia el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México.
Este es, sin duda, el tipo de noticias que nos ponen en perspectiva sobre los riesgos a los que estamos expuestos quienes viajamos de manera constante en cualquier medio de transporte, sobre todo, son los que obligan a la industria, de acuerdo con estándares internacionales, a evaluar con minuciosidad lo sucedido para replantear las condiciones óptimas de seguridad en el medio de transporte que, valga la redundancia, es el más seguro del mundo.
De acuerdo con cifras de la OACI (Organización de Aviación Civil Internacional), la aviación en el mundo ha crecido de manera sostenida e histórica en los últimos años; en 2017 fueron transportados 4.100 millones de pasajeros y, tan sólo en México, el sector ha crecido a un ritmo sostenido anual del 10.2%, transportando a más de 240 mil pasajeros diariamente, lo que representa un 7.3% más que en 2010. A pesar de ese crecimiento sin precedentes, 2017 marcó un récord como el año más seguro en la aviación desde 1946 (año en que se comenzó a llevar un registro al respecto), existiendo un accidente por cada 7.3 millones de vuelos y no habiendo ocurrido ninguno de los 10 accidentes registrados en ese año en un vuelo comercial. 2018, en cambio, ha registrado seis accidentes al momento.
Certificados
En lo que a México respecta, uno de los países que se caracterizan por tener los más estrictos controles de seguridad en términos de aviación, se han registrado menos de 10 accidentes en la historia de la aviación comercial, la edad promedio de las flotas en las aerolíneas mexicanas es de nueve años y la mayoría de estas cuentan con los máximos certificados otorgados por organismos internacionales.
En conferencia de prensa, el director general de Aeroméxico, Andrés Conesa, destacó que la aeronave accidentada, una Embraer 190 con 10 años de antigüedad, cumplía con todos los estándares de seguridad y mantenimiento, aunque al momento se mantienen a la espera de las conclusiones pertinentes.
En fin, es pronto para encontrar conclusiones, sin embargo, cabe destacar la rápida y asertiva respuesta de las autoridades y de la propia aerolínea tras el accidente, el cual afortunadamente no ha representado pérdidas humanas. La información preliminar al día de hoy, apunta a una ráfaga de viento como la causante del accidente.
Habremos entonces, ya con información completa, de entender cómo se pudo evitar el accidente, por qué despegó una aeronave en condiciones de riesgo, y cómo se pudiera prevenir a futuro un accidente similar, pues la seguridad que rige el mundo de la aviación se debe precisamente a esta gran capacidad de aprender de los accidentes y corregir los procesos de seguridad y esta no es la primera vez que una ráfaga de viento derriba un avión comercial.
Sobre todo, en lo que al plano nacional corresponde, cobra mucha mayor relevancia la urgencia de resolver algunos de los pendientes planteados por la misma industria en repetidas ocasiones. Mejor infrestructura, más y mejores aeropuertos y la creación de una agencia de investigación de accidentes aéreos (increíblemente hoy inexistente en el país).
“México es uno de los países que cuenta con estrictos controles de seguridad en términos de aviación”